La mayoría de los humanos satanizan a los judíos por el pleito contra sus vecinos, los señalamientos tienen la justificación que yo hago a las guerras, aflora lo animal que todos llevamos dentro, en el caso de los descendientes de Abraham hay consideraciones que debemos atender, los judíos tomaron la divisa que se dice idearon los Jesuitas: “Llegamos como ovejas, nos corrieron como perros y regresamos como leones”.
El pueblo Judío tiene muchísimos defectos, pero deberemos juzgar su actual comportamiento a la luz de los muchos golpes, desprecios y discriminaciones raciales o religiosas recibidas, inventaron al Mesías y una religión que los une, evitan mezclarse, no por racismo, sino por que temen perder el catalizador religioso que les mantuvo y mantiene unidos, en la diáspora y como Estado.
Con relación a sus derechos sobre Palestina, debemos recordar que cuando estos territorios eran protectorado, fideicomiso, colonia o lo que sea, de los ingleses, nadie criticó a los imperialistas que trataran con la punta de la bota a los árabes y judíos afincados en esos inhóspitos territorios.
Después de andar errabundos por todo el planeta, los judíos decidieron agruparse, convocaron al Congreso de Basilea en la última década del siglo XIX, se formó el grupo sionista, que tenia como objetivo principal la recuperación de la tierra prometida, una parte en manos de sus hermanos árabes, perdida casi tres mil años, planearon estrategias para actuar. A principios de la primera guerra mundial se dio una coyuntura favorable para lograr sus objetivos, los submarinos alemanes bloquearon el abastecimiento de los nitratos chilenos, hundían a todo carguero que llenara bodegas en Chile.
Sin el vital componente para producir la nitroglicerina, los aliados estaban derrotados, un Judío, Chaim Weizman, informó al gobierno Ingles que había inventado un proceso para producir acetona sintética, indispensable para obtener la nitroglicerina, los ingleses le ofrecieron las perlas de la virgen a cambio de su invento, negociaron los judíos sionistas con James Balfour, ministro plenipotenciario de Inglaterra para los territorios de ultramar (Lo que esto signifique), en la enmienda Balfour, que así se denominó el tratado, se convenían dos principales puntos, Weizman entregaba a Inglaterra la fórmula y proceso de la acetona sintética, e Inglaterra, al termino de la guerra, entregaría al grupo Sionista los territorios de Palestina donde se crearía el Estado Judío.
Al triunfo de la primera guerra mundial, la pérfida Albión dijo a los Judíos “Muchachitos les tengo una sorpresa”, en lugar del pinche desierto que es Palestina donde ni los nopales crecen, les voy a dar un territorio once veces mayor, con abundante agua y sin los belicosos beduinos y demás ancestros de Uds. que ahora tanto los odian, les daremos el fabuloso territorio de: ¡UGANDA!, sin árabes y con un chingo de negritos esclavos que trabajan solo por la comida, mejor negocio.
Los judíos mandaron al demonio a los ingleses y prepararon un cambio de estrategia, a partir de 1918 principiaron un dinámico lobbing y a comprar todas las tierras palestinas, para 1946, los árabes, bien tratados, eran una sola familia. Después, se armó el desmadre, intervino el consejo de seguridad de NU, asesinaron al príncipe Bernardotte, guerras y guerritas sin acuerdos, solo pararán como en Hiroshima, cuando los peleoneros vean una bomba de hidrógeno estallar, se acordaran de Ala, de Jehová, de Buda y de Cristo, será tarde, los jinetes del Apocalipsis nadie podrán contenerlos. ¡AGUAS!
Febrero 3 del 2020 lmwolf1932@gmail.com Luis Martínez Wolf
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