De Veracruz al mundo
2019-11-09 / 10:23:42
La guerra: las transformaciones y los golpes


Alfredo Poblete Dolores



Coincido parcialmente con el presidente López Obrador cuando dice que no hay condiciones

para un golpe de estado. Concuerdo con él sí su declaración se constriñe a un golpe de tipo

militar. Sin embargo, es menester decir que existen otro tipo de sublevaciones e insurrecciones

golpistas. En términos generales un golpe de estado es la toma del poder político por parte de

otro grupo de poder del estado y lo hace violando o quebrantando las disposiciones legales

ideadas para realizar —a través de elecciones— los cambios o sucesiones gubernamentales.

Los golpes de estado militares fueron muy socorridos en Sudamérica en el siglo pasado.

Fueron urdidos por EEUU en contubernio con las élites económicas locales para apropiarse

de las riquezas y recursos naturales de esos países. Todas esas asonadas fueron

despiadadas, sangrientas, con un gran número de desplazados, muertos y desaparecidos.

Esas rebeliones militares fueron muy criticadas internacionalmente y dejaron de utilizarse por

el alto costo político para los norteamericanos. Haciendo la aclaración que ese instrumento

injerencista y de apropiación no desapareció —su aplicación— sigue estando latente.

El esquema de golpe de estado militar sufrió modificaciones sin que esencia perdiera su

objetivo principal. Las guerras de cuarta generación, las psicológicas y los “golpes de estado

suaves” fueron ideados por las agencias de inteligencia gringas. En éstas tres últimas

estrategias —y sus decenas de combinaciones— los poderes civiles y financieros locales

siguen jugando un papel importante. Las operaciones de esa forma de guerrear son ejecutadas

con el propósito de provocar caos social, desestabilización y posterior derrocamiento del

gobierno. La finalidad: usufructuar las riquezas de esos territorios.

En 1993 el filósofo y político estadounidense Gene Sharp (21/1/1928—28/1/2018) escribió un

tratado llamado “De la dictadura a la democracia” con un sugestivo subtitulo, “un sistema

conceptual para la liberación”. Ahí habla de los “golpes suaves” y dice que esa estrategia —de

guerra no violenta— se puede ejecutar en cinco etapas:

El primer paso consiste en promover y generar un clima de malestar social utilizando para tal

propósito denuncias de corrupción, plantación de cizañas, siembra de intrigas y divulgación de

falsos rumores. El segundo movimiento consiste en desarrollar campañas de defensa de la

libertad de prensa y de los derechos humanos acompañadas de acusaciones de totalitarismo

contra el gobierno en el poder. La tercera etapa es más activa y agresiva. Se manipula a la

población para que participen en manifestaciones y protestas callejeras que pueden ser

violentas. La guerra psicológica —parte de la cuarta etapa— es tendiente a crear climas de

desestabilización e ingobernabilidad. La última fase de este tipo de golpe tiene como objetivo

la renuncia del presidente, mediante revueltas callejeras más frecuentes, numerosas, intensas

y de mayor duración. En paralelo se va preparando el terreno —si fuera necesario— para la

intervención militar; mientras tanto se tiene la opción de desarrollar una guerra civil con el

aislamiento y desprestigio internacional de ese gobierno y de sus partidarios.

Todos los pasos descritos por el señor Sharp se están ejecutando —al pie de la letra— en

nuestro país. “De la dictadura a la democracia” es uno de los libros de cabecera de la derecha

y ultraderecha mexicana. Los tres primeros pasos —del manual golpista— que es tomado

como catecismo por los conservadores están a la vista de todos; el cuarto paso —ojalá y me

equivoque— próximamente lo tendremos en las calles y la última etapa se está afinando.

En todos los golpes suaves —blandos, encubiertos o no tradicionales— participan las élites

locales amacolladas con instituciones de espionaje extranjeras y financiadas por empresas

trasnacionales. Las cúpulas políticas, financieras, empresariales, mediáticas y religiosas —

conservadoras y de derecha— se confabulan para derrocar a los gobiernos contrarios a sus

intereses. En algunas ocasiones miembros destacados de la flor y nata mexicana —sobre todo

de la cúpula política y empresarial— se ramifican y tienen influencia sobre miembros del crimen

organizado o son cabezas ocultas de ese tipo de actividades criminales.

Los medios de comunicación y la prensa juegan un papel destacado y definitorio para que los

golpes suaves se desarrollen y ejecuten. Los periodistas conservadores se encargan que —

durante el golpe— las minorías se multipliquen falsamente y se conviertan en grandes

colectividades; difunden y amplifican los reclamos supuestamente justos y espontáneos de la

“sociedad civil”; sus comentarios escritos o verbalizados —casi siempre patrañeros— tienen el

propósito de crispar los ánimos y fomentar enfrentamientos entre los proyectos del presidente

y sus detractores; el discurso y la narrativa de los periodistas de derecha es —en el caso

mexicano— desanimar a los militantes de MORENA y desmoralizar a los simpatizantes del

presidente AMLO, que —entre ambas colectividades— representan la verdadera mayoría.

En La Jornada (18-7-19) el columnista Néstor Martínez Cristo escribió que, en una

conferencia, el rector de la Universidad Iberoamericana, David Fernández Dávalos dijo: “Hay

un ataque de carácter clasista y permanente que se da en los terrenos ideológico, político y

económico, para que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no tenga éxito

(…) La reacción que han tenido estos grupos opositores es sostener que el triunfo de Andrés

Manuel proviene de la decisión de no humanos, de los sin cerebro, de los incultos. Es la

reacción del miedo porque temen ser afectados, después de haber ellos afectado, y de

maneras tan perniciosas, a los otros.”

En esa misma conferencia —el académico— agregó: “Esas élites sí reprueban las decisiones

que tienen que ver con los proyectos de la presidencia y que afectan los intereses de los

grandes capitales. Protestan por el fin de la condonación fiscal; por la lucha contra la

corrupción, que fue la que hizo despegar a los grandes capitales de hoy; protestan por la

cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, porque había un negocio

multimillonario alrededor; por el tema de la refinería de Dos Bocas, porque sustituye las

importaciones que también son manejadas por estos grupos; protestan por el control de las

compras gubernamentales, porque también de ahí han sido desplazados.” Añadiría: los

periodistas corrompidos están muy enojados porque les quitaron prebendas y canonjías ¿Está

claro porque esas élites se oponen a la 4T y participan en el golpe suave?

Se combate la corrupción, los abusos y privilegios. El derroche, la fantochería y la soberbia

están disminuyendo. La 4T avanza y sus detractores quieren detener su progreso. Los intentos

y esfuerzos golpistas están a la vista; los patrocinadores de la sublevación quieren echar abajo

las transformacionales nacionales. Los supremacistas —étnicos, políticos y financieros— no

quieren cambios para México ni mejoras para los más necesitados.

alfredopoblete@hotmail.com

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