A FINALES de Septiembre de este año, el Presidente Andrés Manuel López Obrador presumía en su visita en Guachochi, Chihuahua, que el titular del Ejecutivo “se entera de todo”, e incluso, “todo acto de corrupción se da con el visto bueno del presidente”, y eso lo decía en alusión a Felipe Calderón, Vicente Fox y Enrique Peña Nieto en cuyos periodos se dieron omisiones tipificadas, ahora, como delitos. Y lo mismo dijo respecto a los Estados: “Si hay un negocio jugoso es porque lo permite el gobernador, nada de que no se enteró”. Antes, el viernes 16 de Agosto, en una de sus acostumbradas conferencias matutinas reiteró que el Presidente de México tiene toda la información, esto tras la pregunta de si el ex presidente Enrique Peña Nieto había estado enterado del episodio de corrupción por el que se acusa a Rosario Robles: “Los presidentes están enterados de todo lo que ocurre en el País. Todos los Presidentes saben lo que sucede, además es un sistema político presidencialista”. Y en efecto, así era antes de que el absolutismo rebasara al presidencialismo: no había movimiento humano en el País que no fuera registrado por los distintos canales receptores de información, entre otros el desaparecido Centro de Investigación y Seguridad Nacional que mediante estudios de campo poseía una geografía anticipada de los acontecimientos, porque sería imposible que sin la información adecuada, el Jefe de las Instituciones Federales pudiera asumir acciones en beneficio de los gobernados.
Y EL tema viene a colación porque el Presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció este martes que no sabía que se llevaría a cabo el operativo en Culiacán para la detención de Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. “Yo no estaba informado, no me informan en estos casos porque hay una recomendación general. Yo creo (¿?) que tenía conocimiento la Secretaría de la Defensa”. Y uno se pregunta: ¿Cómo es que nadie informó al mandatario nacional de las actividades para ubicar y detener al hijo de “El Chapo”, que aunque preso en Estados Unidos mantiene el control de esa organización mediante sus hijos, algo que al paso de los días comienza a entender el Presidente de la República al dejar en claro que en los próximos días se volverá a intentar detener a Ovidio Guzmán, porque –ahora reconoce-: “Si, no puede haber impunidad, nada más que hay que cuidar a la población, no debe de haber los llamados daños colaterales”, aunque estos siempre, le gusten o no a López Obrador los habrá, y más ahora, avisado Ovidio Guzmán que los 600 elementos desplegados en Culiacán son, precisamente, para volverlo a detener.
NO ES secreto que López Obrador, más por orgullo y capricho que por ser innecesario, prescindió del Centro de Investigación y Seguridad Nacional cuyo objetivo es generar inteligencia estratégica, táctica y operativa que permita preservar la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano, y entre sus responsabilidades está la de proponer medidas de prevención, disuasión, contención y desactivación de riesgos y amenazas que pretendan vulnerar el territorio, la soberanía, las instituciones nacionales, la gobernabilidad democrática o el Estado de Derecho. Su función era la obtención de información especializada cuyo propósito era aportar insumos a los procesos de toma de decisiones relacionados con el diseño y ejecución de la estrategia, las políticas y las acciones en materia de Seguridad Nacional. Pero el Cisen fue desaparecido por AMLO debido a la arraigada práctica de investigar a disidentes políticos de la administración en turno, y sustituido por el Centro Nacional de Inteligencia que puso en manos de su cuate de toda la vida, el general Audomaro Martínez Zapata, aunque la supuesta transformación que realizaría el militar solo fue un mito, pues se ha tratado, predominantemente, de un cambio de imagen, manteniendo el CNI las facultades, estructura y personal del Cisen, con un notable despido de personal que sufrió al pasar a control de la renovada Secretaría de Seguridad, en vez de la Secretaría de Gobernación.
PERO EL Cisen, como funcionaba, era necesario para mantener el control del País, pues de todos los rincones se recibía información que permitía al mandatario en turno tomar las decisiones adecuadas. Así, en 1918, Venustiano Carranza crea en la Secretaria de Gobernación la “Sección Primera” para identificar a sus oponentes en la transición de la revolución armada al establecimiento de las instituciones de Estado, así como para investigar y anticipar sus acciones. Ya en 1929 se le cambia el nombre a “Departamento Confidencial”, con el que Plutarco Elías Calles mantenía control sobre el País, con una subdivisión funcional entre el seguimiento de información política y una policía administrativa. En 1938 se le redenomina “Oficina de Información Política” y la usó Lázaro Cárdenas del Río para identificar focos rojos en su Gobierno. En 1942 pasó a ser “Departamento de Investigación Política y Social”, y amplió sus funciones de la inteligencia interna, al seguimiento de la Segunda Guerra Mundial, dada la entrada de México al conflicto. Para 1947 fue renombrada por don Adolfo Ruiz Cortines como “Dirección Federal de Seguridad” y en 1967 se transforma en la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales al mando de Luis Echeverría Álvarez, entonces, secretario de Gobernación. Ya en 1985, con Miguel de la Madrid, se crea la Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional que fusiona las labores de la DGIPS y la DFS, y fue en 1989 con Carlos Salinas que se renombra Centro de Investigación y Seguridad Nacional, hasta que López Obrador en Diciembre de 2018 lo bautiza como Centro Nacional de Inteligencia, despidiendo a infinidad de colaboradores que en el transcurso de los años manejaron información privilegiada, y que no se duda, ni por un instante que parte de ella se encuentre en manos de la delincuencia.
Y UNO se pregunta, ahora que el Presidente López Obrador reconoció que él no tenía conocimiento del operativo para detener en Culiacán a Ovidio Guzmán López, hijo de “El Chapo” Guzmán, qué otras cosas le ocultan al Jefe de las Instituciones del Estado, porque una aprehensión de semejante envergadura debe ser consultada previamente al titular del Ejecutivo, sobre todo cuando es con fines de extradición. Lo peor es que López Obrador dice que quien pudo haber tenido conocimiento del fallido operativo es la Secretaría de la Defensa Nacional (pudo, dijo AMLO sin convencimiento). “Cuando me enteré que se había generado este conflicto y me informan, les pido (al Gabinete de Seguridad) que se reúnan y que tomen una decisión, me presentan su propuesta que era lo mejor”, y para los preocupados les dejó esta frase que no tiene desperdicio a raíz del fallido operativo: “Se aprende”. AMLO quiere caminar sin escoltas por el País para presumir que es bien querido, esto a cambio de no desatar la fuerza del Estado contra la delincuencia. Por eso se deshizo del Estado Mayor Presidencial y ha evitado la confrontación con cárteles o grupos delictivos, mientras el País y los Estados, en este caso Veracruz se sumergen en una violencia nunca antes vista, muy a pesar de que muchas víctimas son producto de secuestros fallidos, extorsiones no pagadas, feminicidios, cobros de piso o robos. Pero mientras el pueblo seleccionado para aplaudir en sus eventos le siga festejando, aquí no pasa nada. OPINA carjesus30@hotmail.com
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