¿Cómo detener esta violencia hacia las mujeres? es la pregunta
que me hace un amigo.
Sin duda es una pregunta muy difícil de responder cuando
en Veracruz tenemos dos alertas de género, usamos aplicaciones celulares para mejorar nuestra seguridad, las instituciones gubernamentales de todos los niveles implementan programas contra la violencia como cursos y foros, se tiene un violentómetro para distinguir
el tipo de agresión que se sufre y denunciarla... sin embargo, somos el primer lugar en feminicidios a nivel nacional.
Podría decir que nos hace falta voluntad para alzar la voz,
valores, educación y amor al prójimo; sin embargo, desde mi punto de vista, no es suficiente para contrarrestar la saña, el dolo, la alevosía con la que fue asesinada la joven Silvia Jazmín quien salió a hacerse un pedicure y jamás regresó a su casa. No conforme
con quitarle la vida, su o sus asesinos mostraron el odio que puede llevar dentro un ser humano al quemar el cuerpo de Silvia, lo que sembró horror en la sociedad, misma que a veces pareciera que su único papel es condolerse en estos casos.
Aún hay pensamientos machistas que siguen con la ideología
de que la vestimenta de una mujer, las altas horas de la noche en las que se encuentre en la calle, su vida sexual o el hecho de que el hombre “sea hombre” son factores que determinan la violencia verbal, física, violaciones, etcétera.
Sin embargo ¿Por qué un varón agarra un palo, se mete a la
casa de su vecina de 73 años, la somete y la viola? Mi respuesta es simple: Porque puede hacerlo. Porque siente que nada ni nadie puede impedírselo. Incluso no tiene miedo a la justicia ni a lo que venga.
Esta fue la historia de Teófila, una indígena de la Sierra
de Huayacocotla quien en julio pasado, mientras se bañaba en el patio de su casa, fue golpeada y violada por su vecino Alejandro. Por fortuna, algunos vecinos lo sometieron y hoy se encuentra esperando sentencia por violación y posiblemente el delito sea reclasificado
por feminicidio, ya que Teófila falleció el pasado sábado.
Los casos de Silvia, Teófila y las demás mujeres que han
sido asesinadas, demuestran que las acciones preventivas no han sido suficientes, no están haciendo eco en la población y no están ayudando, de lo contrario, no habría incremento en las cifras de feminicidios.
Creo que por eso la manifestación de las mujeres en la Ciudad
de México pasó de ser una simple reunión de mujeres con pancartas alzando la voz, a actos considerados vandálicos. Aclaro, no justifico violencia con más violencia, pero no olvidemos que el miedo a veces refleja violencia. Esas pintas en muros y monumentos
hicieron que la sociedad volteara a verlas, a que su manifestación se escuchara y trascendiera, tal vez más de forma negativa. Pero trascendió.
Las mujeres estamos hartas, con miedo, cansadas, molestas,
indignadas de quejarnos y de que no pase nada. De que todos los días haya una Teófila, o peor aún, una Silvia a la que ni sus restos completos se puedan sepultar.
¿Qué hacer? ¿Cómo detener la violencia? En mi opinión, debe
revisarse el Sistema de Justicia Penal. Pero no solamente incrementar penas por feminicidios, pues eso está visto que no está funcionando y ¡ojo! es urgente tal revisión, ya que el caso de Silvia puede ser un parteaguas para ejercer otro tipo de “justicia”...
por propia mano, pues ya apareció una publicación en las redes sociales donde se ofrece recompensa de 400 mil pesos a diversos grupos criminales para que entreguen descuartizado al ex novio, supuesto asesino, de acuerdo a versiones de la familia de Silvia.
Los 8 años de Juvecan
Desde este espacio mandamos una felicitación al grupo Juntas
Venciendo el Cáncer (Juvecan) a cargo de la Doctora Rogelia López Ocampo que cumplió su octavo aniversario de apoyar a las mujeres que padecen cáncer de mama y decirles que no están solas.
caballero_brenda@hotmail.com
@NumerosRojos_BC
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