EN 1909, ante la negativa del Presidente Porfirio Díaz de convocar a elecciones democráticas o abandonar el poder luego de 30 años de ejercerlo, el llamado “Apóstol de la Democracia”, Francisco I. Madero convocó a personalidades descontentas con el régimen, y fundó el Partido Nacional Antirreeleccionista bajo las bases del liberalismo (ese que tanto vanagloria Andrés Manuel López Obrador), y muy pronto fue respaldado por grandes sectores del País que lo llevaron a la victoria tras la dimisión y exilio del héroe en la Guerra de Intervención en 1862. Uno de los seguidores más aguerridos al triunfo de su candidatura presidencial lo fue, entonces el agricultor y aspirante a alcalde de Huatabampo, Sonora, en Junio de 1911, Alvaro Obregón Salido que, en realidad, era admirador de Díaz Mori pero decidió adoptar como suyo el principio del “Sufragio Efectivo no Reelección” que, por otro lado, el General Porfirio Díaz le exigió a Benito Juárez García en 1871 como parte del Plan de la Noria que enarbolaba el constitucionalismo, y se pronunciaba contra la permanencia del indio de Guelatao en la Presidencia durante más de 14 años (y pudieron ser 30 o 40 si no lo mata una angina de pecho), y aunque Díaz defendía la no reelección, se mantuvo posteriormente 30 años en la Presidencia. Alguien diría que eran otros tiempos, y acaso tiene razón ya que Obregón Salido, tras el breve absolutismo del sátrapa dictador, Victoriano Huerta que encabezó el golpe de Estado contra Madero y José María Pino Suárez, se sumó a la revolución que buscaba derrocarlo y terminó por sumarse a las filas de Venustiano Carranza que no tragaba del todo a Obregón y por ello, cuando el llamado “Manco de Celaya” lanzó su candidatura presidencial en 1919, Carranza impuso como candidato al desconocido diplomático Ignacio Bonillas, ya que Obregón no estuvo de acuerdo en que el Varón de Cuatro Ciénegas, Coahuila mandara a asesinar al prócer revolucionario del sur, Emiliano Zapata Salazar en Abril de 1919 en aras de pacificar al País, y por ello encomendó el crimen al General Pablo González y este a su vez al coronel Jesús Guajardo.
CON TODO y ello, el 1 de Junio de aquel año, Álvaro Obregón lanzó oficialmente su candidatura desde Nogales, Sonora mediante un manifiesto a la nación en el que habló de la necesidad de un gobierno encabezado por hombres de corrientes liberales, y terminó auto exiliado en Iguala, Guerrero ante la amenaza de ser detenido, por lo que fue hasta Enero de 1920 que reinició su campaña por el Partido Nacional Antirreleccionista con el apoyo del Laborista Mexicano encabezado por Luis N. Morones. No somos historiadores ni pretendemos enseñar a nadie esa materia que es indispensable para conocer el presente, y acaso la introducción es para ilustrar que Álvaro Obregón Salido se presentó a las elecciones de 1920 como antirreleccionista, y que a pesar de que concluyó su Presidencia en 1924 –en esos tiempos los periodos eran cuatrienales- con elevada aceptación popular, respetó el pacto constituciónal y se retiró de la política, pero no faltaron aquellos que comenzaron a apresurarlo, por lo que al término del periodo de su sucesor, Plutarco Elías Calles decidió lanzar nuevamente su candidatura argumentando que al haber dejado pasar un periodo ya no era reelección sino elección, y así lo hizo, pero los grupos de poder, dicen algunos historiadores que encabezados por el propio Calles, ya no lo dejaron sentarse de nuevo en la silla presidencial y acabaron con su vida cuando encabezaba una comida aquel fatídico 17 de Julio de 1928 en el restaurante “La Bombilla” ubicado en San Ángel en la ciudad de México, culpando al Clero Católico de aquel hecho que quien jaló el gatillo fue José de León Toral, un fanático religioso.
PERO NO solo Obregón Salido tuvo la tentación de “mandar al diablo” la no reelección en aras de volver a ejercer la presidencia. Porfirio Díaz Mori que exigió a Juárez el antireelecionismo ocupó por primera vez la presidencia del País en forma interina tras el triunfo de la Revolución de Tuxtepec entre el 28 de Noviembre de 1876 y el 6 de Diciembre de 1876 y, por segunda vez del 17 de Febrero de 1877 al 5 de mayo de 1877, y ya de forma constitucional del 5 de Mayo de 1877 al 30 de Noviembre de 1880, ya que de 1980 a 1884 el cargo lo ejerció su compadre Manuel González Flores, pues Diaz en realidad pretendía cumplir su promesa de no reelegirse y no presentarse a comicios y así lo dijo a seguidores, pero al final ejerció la presidencia de manera ininterrumpida entre 1884 y 1911.
COMO FUERA, este jueves el Presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que solo dudará en el cargo “el tiempo que el pueblo quiera”, y firmó ante notario público el documento por el que se compromete a no reelegirse, pero la frase: “voy a durar el tiempo que el pueblo quiera, no me voy a aferrar a la Presidencia”, dejó más dudas que la intensión de firmar un documento antirreleccionista ante notario, en principio porque no era necesario hacerlo ya que la Constitución Política desde 1925 fijó un período presidencial de seis años y dispuso la prohibición de la reelección para el período siguiente, y actualmente el Artículo 83 señala: “El Presidente entrará a ejercer su encargo el 1o. de octubre y durará en él seis años. El ciudadano que haya desempeñado el cargo de Presidente de la República, electo popularmente, o con el carácter de interino o sustituto, o asuma provisionalmente la titularidad del Ejecutivo Federal, en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto. Y uno se pregunta: si es tan clara la Constitución que nos rige, qué necesidad hay de semejantes tramoyas como la de firmar ante notario que “por el osito bimbo AMLO no se reelegirá”; vamos, hasta el propio López Obrador se asumiría, entonces, como mentiroso, pues firma un compromiso innecesario ante fedatario, pues basta ceñirse ante la Carta Magna.
AHORA QUE, por otra parte, Andrés Manuel López Obrador no podrá ejercer un sexenio completo, esto es, no estará en la Presidencia de México 6 años como establece la Carta Magna, ya que debido a la reforma político electoral impulsada por el, entonces, Presidente Enrique Peña Nieto en 2014 se redujo el periodo, exclusivamente, este, para que el futuro Presidente asuma el poder el primero de Octubre y no el primero de Diciembre del 2024 a fin de no hacer tan larga la alternancia. Por ello, AMLO tendrá un periodo de 5 años y 9 meses, ya que su encargo termina el 30 de Septiembre de 2024, y ojalá los dos meses no sea un pretexto para buscar la reelección porque no tuvo un sexenio completo. Así las cosas… OPINA carjesus30@hotmail.com
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