TRADICIONALMENTE SE pensaba que los regímenes autoritarios o totalitaristas eran ejercidos por la milicia, y en México, tras el Gobierno de Porfirio Díaz Mori y, posteriormente de Álvaro Obregón no se habían presentados administraciones autoritarias, aun cuando el último de corte miliciano correspondió a Manuel Ávila Camacho que, contrario a lo anterior, fue un mandatario conciliador que completó la transición del liderazgo militar al civil, terminó con el anticlericalismo de confrontación iniciado por Plutarco Elías Calles; revirtió el impulso de la educación socialista –de Lázaro Cárdenas- y restableció una relación laboral con los EE. UU. durante la Segunda Guerra Mundial que convirtió a México en un gran exportador de alimentos, y en una muestra más que pretendía erradicar los divisionismos políticos de la posrevolución, el 15 de septiembre de 1942, Ávila Camacho convocó a una Asamblea de Acercamiento Nacional a la que fueron invitados todos los expresidentes: Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez y Lázaro Cárdenas, y el hecho de reunir en un mismo evento a esos personajes que a pesar de militar en el mismo Partido de la Revolución tenían profundas diferencias ideológicas entre sí, llevaba la intención de hacer público el logro de la Unidad Nacional, y de que tal acontecimiento sirviera de ejemplo para quienes aún persistían en la discordia. Y uno se pregunta: ¿se atrevería Andrés Manuel López Obrador a reunir en un mismo evento a todos los expresidente vivos que le antecedieron tras la polarización que ha impuesto tratando se ahondar las diferencias, como si el País estuviera para semejantes formas de cara al exterior?
BIEN DICEN que no se requiere de un régimen militar para que sea autoritario, entendido el autoritarismo como el ejercicio de la autoridad que impone la voluntad de quien ejerce el poder en ausencia de un consenso construido de forma participativa, originando un orden social opresivo y carente de libertad y autonomía, y en ciencia política y sociología el concepto de “autoritarismo” no tiene una definición unívoca, lo que permite identificar como autoritarias muchas y muy diferentes ideologías, movimientos y regímenes políticos. Algunas definiciones lexicográficas son simplificadoras: “sistema fundado primariamente en el principio de autoridad” o de “autoridad malvada”, esto es, el abuso y el exceso de la autoridad que aplasta la libertad de otros poderes y la de expresión, lo que es una postura opuesta a democracia que se dice defender y por la que se llegó al poder.
EN ESE tenor, la doctrina política que aboga por el principio del gobierno absoluto, conocido como absolutismo, autocracia, despotismo, dictadura o totalitarismo, las que se ajustan en cuestiones como la concentración excesiva de poder en manos de un líder o una pequeña élite que no es constitucionalmente responsable ante el cuerpo del pueblo, esto es, el ejercicio arbitrario del poder sin consideración de otros cuerpos como el legislativo y judicial que puedan limitarles (separación de poderes), y la inexistencia de mecanismos que permitan una efectiva alternancia en el poder, como las elecciones libres multipartidistas, son ejemplos de autoritarismo a ultranza donde los contrapesos son arrasados y estigmatizados como la defensoría de los derechos humanos y otros organismos autónomos necesarios para atajar el absolutismo y preservar la democracia.
EN MEXICO están asomando rasgos de autoritarismos con la complicidad de una parte del congreso a modo, y con oposición minorista que es avasallada, de tal suerte que se están cometiendo abusos de poder que han engendrado una cauda de amparos por parte de una sociedad afectada, entre otros contra la creación de los superdelegados; la liberación de presos políticos pese a investigaciones de la PGR; implementación de programas sociales sin reglas de operación; contratación sin uso de licitación para estudios del Tren Maya; cancelación del contrato asignado a Bio Pappel Scribe, propiedad de un compadre del presidente; construcción de la refinería de Dos Bocas; reducción de recursos para combatir VIH/Sida y cáncer, además de otras acciones señaladas como abiertamente ilegales como la Ley de Remuneraciones de los Servidores Públicos; el inicio de la obra del Tren Maya sin los requisitos legales previos; reducción de presupuesto a órganos constitucionales autónomos, reclutamiento anticipado para la Guardia Nacional; cierre de comedores comunitarios, cancelación de la construcción del aeropuerto de Texcoco y el inicio de la construcción de dos pistas en la base aérea de Santa Lucía; desmantelamiento de las estructuras profesionales de la Administración Pública Federal; adjudicación sin justificación o fundamento en la compra de pipas de Pemex, ocupación y bloqueo de diversas vías de tren, militarización de funciones de seguridad pública, violación de presunción de inocencia y al honor de las personas, cancelación de recursos para sociedad civil y organizaciones, consulta participativa para termoeléctrica de Huexca, levantamiento del censo de bienestar y su uso como fuente para repartición de programas sociales, veto a empresas farmacéuticas para contratar con el gobierno; Memorándum para dejar sin efecto la reforma educativa contratación de empresas fantasma y uso de un recinto público por parte de una asociación religiosa.
SE TRATA de actos que en regímenes democráticos merecerían consultas serias y no a mano alzada, consensos de ambas cámaras y aprobación de organismos defensores de derechos humanos, y no una expresión voluntariosa de quien ejerce el poder, aun cuando haya obtenido el triunfo por arrolladora mayoría, ya que el hecho de que el Presidente López Obrador tome decisiones arbitrarias nos perjudica a todos y no solo a su imagen. Sin duda, es un grave error justificar que el presidente Andrés Manuel López Obrador pueda tomar decisiones de manera arbitraria solo porque es “bueno”, cuando la Constitución no fue hecha para las personas buenas, sino para que buenos y malos respeten la ley, comenzando por el titular del Ejecutivo Federal. Y es que ante semejante autoritarismo, tal vez el Poder Judicial de la Federación es el único contrapeso real del Ejecutivo, y lo ha estado demostrando al otorgar la razón a quienes han interpuestos diversos recursos legales inconformes por temas como la eliminación de estancias infantiles, contra la suspensión de obras del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y otros, como la Ley de Remuneraciones e, incluso, las que vienen por la desaparición de la Policía Federal. Y es que la historia nos enseña que, tradicionalmente, los gobiernos emergidos de la izquierda, por alguna razón se tornan dictaduras, y en Latinoamérica, el caribe y el mundo hay muchos ejemplos: Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, y en su momento Rusia, China y Corea del Norte, por solo citar algunos. OPINA carjesus30@hotmail.com
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