SEGÚN EXPERTOS del psicoanálisis, el subconsciente es el conjunto de procesos mentales no percibidos conscientemente por el individuo, pero que pueden aflorar en determinadas situaciones e influir en su manera de actuar o en su carácter. Partiendo de lo anterior, el subconsciente o inconsciente es un término original de la exploración mental, y se refiere a todo aquello que tenemos guardado o almacenado debajo de nuestra propia consciencia, como si estuviera escondido y no lo pudiéramos ver a simple vista, pero que terminamos por exteriorizar en cierto momento de nuestra vida. Psicólogos, psicoanalistas y especialistas en conducta humana se han preguntado qué tipo de información guardamos en el subconsciente, y las investigaciones recientes advierten que lo que tenemos almacenado ahí y a lo cual no podemos acceder fácilmente como en la consciencia, suele contener generalmente miedos profundos, deseos reprimidos y experiencias traumáticas que, incluso, de manera consciente no nos gustaría recordar. Todo ese contenido puede dar lugar a que aparezcan determinadas patologías como ciertos trastornos de ansiedad, miedos o fobias, sin embargo, a pesar de lo difícil que nos resulta tener acceso al subconsciente, todos esos contenidos que tenemos ahí almacenados los solemos expresar o manifestar inconscientemente de distintas maneras, y cuando eso sucede quienes nos rodean suelen expresar: te traicionó el subconsciente.
Y EL tema viene a colación por el anunció que ha hecho el Presidente Andrés Manuel López Obrador de que en las semanas por venir trasladará su domicilio a Palacio Nacional, una especie de castillo monárquico en donde han vivido, tras la consumación de la Independencia en 1821, y dos años después con el primer presidente del País, Guadalupe Victoria, aunque el inmueble también fue habitado, entre otros por Vicente Guerrero, Valentín Gómez Farías, Antonio López de Santa Anna y Benito Juárez García, mientras que algunos Presidentes que emanaron de la Revolución, como Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles prefirieron vivir en el Castillo de Chapultepec, así como Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez (que fueron parte del Maximato). De esa manera, la morada presidencial se trasladó desde Palacio Nacional al Castillo de Chapultepec entre 1882 y 1934, ya que Lázaro Cárdenas del Río decidió habilitar Los Pinos como residencia oficial. El Castillo de Chapultepec, que alguna vez fue sede del Colegio Militar. Albergó, también, a Maximiliano de Habsburgo, aunque el primer Mandatario que vivió allí fue Manuel González, compadre, amigo y primer suegro de Porfirio Díaz, quien le sugirió habitar el castillo, pero Díaz Mori prefería habitar una casa ubicada en el número 8 de la calle de Cadena (hoy Venustiano Carranza), cerca del Palacio Nacional.
Y ES que en los castillos o palacios, decía el héroe de la guerra de intervención de 1862 y durante más de 30 años Presidente de México, viven miembros de las familias reales en los países cuyo régimen político es la monarquía. Por ello el viejo dictador se negaba a habitar todo lo que se llamara palacios o castillos, pues las consideraba residencias de la monarquía, lugares donde habitan, trabajan o mantienen como casas de verano, de recreo o con propósitos especiales el Rey o la Reina en el poder, su consorte y su descendencia directa, sus hijos, los príncipes y princesas.
Y UNO se pregunta: ¿Y entonces por qué quiere López Obrador vivir en un Palacio cuando tiene su departamento acorde a lo que pregona? ¿Porque no vivir en una casa común rentada con sus ingresos –como debería ser y como propaga apelando a su origen republicano-, o es que acaso lo traiciona el subconsciente y busca emular a reyes o emperadores que se perpetúan en el poder? Preocupa el autoritarismo, la imposición de criterios incluso, a otros poderes, a tal grado que Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del Museo Universitario Arte Contemporáneo de la UNAM –que se la jugó con él durante muchos años-, escribió en su Facebook: “Si el régimen de AMLO va mostrando ser una farsa y una traición al proyecto que muchos apoyamos en su momento, el de una izquierda nueva, estemos claros que no nos toca ‘arrepentirnos’ de nuestra decisión. (..) Esto no es ‘nuestro error’: es una traición política. Por eso criticamos, protestamos y nos movilizamos”. También el doctor Octavio Rodríguez Araujo, profesor emérito de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, al despedirse de su labor como analista político, dijo: “recientemente, además de las amenazas no muy veladas desde el poder, recibí una gigantesca ola de bots que automatizaron, en perfecta sincronía, respuestas a un artículo en Facebook que no gustó a los seguidores de Morena y de su principal líder. Yo no puedo contrarrestar ese tipo de agresiones, ni me atrae hacerlo. (…) Confieso que nunca pensé que el triunfo de un movimiento que apoyé por muchos años se convertiría no solo en una decepción, sino en una amenaza a la libertad de expresión que disfruté por varias décadas, que han disfrutado muchos articulistas también”.
ALGO ESTA pasando cuando los seguidores de AMLO se declararan decepcionados, cuando salen a las calles cientos, miles de personas que piden la renuncia de un Presidente a siete meses de haber asumido el poder, y luego ese afán de convocar a una consulta pública para revocación de mandato, algo que se convertiría en costumbre, y que previo a la selección de los candidatos a la Presidencia en el 2024 podría repetirse para cuestionar a seguidores si desean que termine su gestión o que se reelija, y seguramente quienes son beneficiarios de programas clientelares a los que regala dinero que producto de las contribuciones, apelarán porque siga. Grave sin duda, el subconsciente de AMLO que ahora lo induce a vivir en Palacio Nacional que no es casa del pueblo, como suele decirse, porque las restricciones para ingresar ya comenzaron.
LO CIERTO es que nadie desea una presidencia imperial como se ejerció durante muchos años con saldos negativos para el País. Y es que si Andrés Manuel López Obrador retomó las ideas de Benito Juárez y Francisco I Madero sobre la “austeridad republicana”, y en ese tenor convirtió a Los Pinos en un museo, ya que durante su campaña había dicho que él y su familia rentarían una casa cerca de Palacio Nacional, al parecer ya cambió de opinión, aun cuando aceptó que: “si, me voy a vivir al Palacio Nacional en una partecita del Palacio. Yo no estoy acostumbrado a vivir en mansiones, sería una pequeña parte del Palacio y seguiría abierto, y lo mismo, ya hay adentro del Palacio lugares de descanso, o sea, no sería algo nuevo o extraordinario, no es cerrar… Si yo necesito muy poco de espacio, nada más es para tener un catre y en dónde colgar la hamaca”, y acaso tiene razón pero, ¿la familia piensa lo mismo? ¿Qué acaso no somos inducidos muchas veces por la familia? Ojalá nos equivoquemos y estemos, realmente, ante un apóstol del ascetismo y no ante un aspirante a dictador. OPINA carjesus30@hotmail.com
|
|