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viernes 19 de abril de 2024

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2019-05-18 / 10:59:09

La guerra por Dos Bocas y Pemex

De los años sesentas a ochentas del siglo pasado, se construyeron en el país: 17 centros petroquímicos; 3 refinerías; 2 terminales marítimas refrigeradas; se tendió un gasoducto de 48” que atravesó el país entero, partía de Cactus, Chiapas y llegaba a Reynosa, Tamaulipas, en total 1445 kilómetros; otros tantos kilómetros de poliductos y oleoductos fueron sembrados en suelo nacional; se descubrieron yacimientos de petróleo, uno de ellos —el Cantarell— fue considerado, por las reservas de hidrocarburo encontrado, de los más grandes del mundo, etcétera. La flota marítima petrolera creció sustancialmente, algunos buques se compraron en el extranjero y otros se fabricaron en los astilleros nacionales. Se construyó el centro administrativo con la emblemática Torre de Pemex. Fue fundado el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP). Cuatro centros petroquímicos fueron catalogados como de los más grandes de Latinoamérica y nuestro país obtuvo un liderazgo en esa materia; las tres refinerías que se construyeron tienen las capacidades de procesamiento siguientes: Cadereyta, Nuevo León 210, 000 barriles por día; Salina Cruz, Oaxaca 280, 000 bpd y Tula, Hidalgo 270, 000 bpd. No comprábamos en el extranjero ni un mililitro de gasolinas. Es más, exportábamos esos combustibles y algunos petroquímicos. La ingeniería y tecnología para edificar todas esas obras fue comprada en otros países; todos los esfuerzos anteriores fueron coordinados por directivos de la ex paraestatal y ejecutados por ingenieros, técnicos y trabajadores petroleros. La IP nacional participó en el esfuerzo por construir toda esa infraestructura.

No todo fue glorioso en aquel tiempo. El país se endeudó para construir todas esas instalaciones. La perniciosa corrupción y la deslealtad hicieron, por enésima vez, su aparición en la vida nacional. Funcionarios y políticos de altos vuelos, directivos petroleros, líderes sindicales —todos ellos del PRI— y un sector de la iniciativa privada —que participó en la construcción de las instalaciones o vendió productos a la industria— se atiborraron los bolsillos con el dinero mal habido. Sí, pero nada comparado con el bandidaje y la desfachatez del PRI, PAN y en menor medida del PRD, de las últimas tres décadas y media.

Cuarenta años después de haber construido la última refinería se anunció la construcción de una nueva en Dos Bocas, Tabasco. Los economistas, especialistas y expertos dicen que no se puede, que no hay dinero, no hay experiencia y mucho menos conocimientos para desarrollar un trabajo de tal magnitud. Esa cantaleta la venimos escuchando desde que inició éste siglo. Para esos peritos y versados en el tema petrolero solamente los extranjeros pueden llevar a cabo proyectos de tal envergadura. Mentalidad y espíritu similar al del grupo de los “científicos” que rodeaban a Porfirio Díaz. Ese pensamiento y ánimo no les permiten ver que en el país existe otro tipo de mexicanos. En territorio nacional podemos encontrar técnicos e ingenieros talentosos, trabajadores especializados, capaces y comprometidos cuando se les convoca a un proyecto como los que enarbola el presidente. Claro, no todos son así. Pero si hay infinidad de mexicanos que están dispuestos a laborar por el bien del país.

Algunos diputados federales del PRI y del PAN —miembros de la comisión de energía— que en el pasado reciente prometieron que con la reforma energética iban a llegar miles de millones de dólares en inversión extranjera para desarrollar la industria petrolera; que se iban a crear millares de empleos con extraordinarios salarios y que gracias a los cambios —en la constitución política de los estados unidos mexicanos— la disminución de las tarifas de los energéticos sería una realidad. Sucedió todo lo contrario a lo prometido y sus acciones y frustrados logros así lo constatan. Todos los espejitos que intercambiaron —con los blancos y barbados de América del norte y de Europa— a cambio de la riqueza petrolera nacional se hicieron añicos.

Ahora critican la decisión presidencial de llevar a cabo la construcción de una refinería y sus pronósticos son desastrosos o catastróficos. No dudo que en la construcción de las plantas industriales sucedan accidentes, se presenten retrasos o se varíen planes iniciales. Tampoco dudo que cuando se inicien las operaciones en la elaboración de las gasolinas se presenten contratiempos, incidentes y accidentes de diferente calado e incluso sabotajes. Sí, todo eso puede suceder, pero de que veremos una nueva refinería funcionando, la veremos. Confío empiece a operar en junio de 2022, al costo calculado por el gobierno, sin pedir préstamos al extranjero y con la capacidad de producción prometida.

El momento actual por el que atraviesa el país y el gran deterioro de las instalaciones Pemex demanda de los trabajadores petroleros: talento, entrega, honestidad y ponerse —como decía el antiguo eslogan de Petróleos Mexicanos— “al servicio de la patria.” Lo mismo aplica para la edificación de la nueva refinería que para la rehabilitación de las seis factorías productoras de gasolinas. El desafío es grande pero hay conque sacarlo adelante.

Considero que la secretaria de energía y el director de Pemex deben poner especial atención en cuidarse entre ellos y a sus colaboradores cercanos para que no caigan en la tentación de meter mano al cajón. La corrupción del gremio petrolero es proverbial. Claro, no todos los de esa colectividad laboral renguean de la misma extremidad. Los involucrados directamente en el proyecto deben estar atentos y denunciar —ante las instancias correspondientes— cualquier irregularidad que se presente durante el desarrollo de los trabajos. En todos los tramos de la construcción debe haber una supervisión cercana, rigurosa e inflexible de tal manera que los codiciosos y tramposos tengan las manos atadas.

A los políticos priistas y panistas que se oponen a los proyectos presidenciales— con sus sobados e ineficientes argumentos— les pronostico los mismos o peores resultados que los obtenidos en julio de 2018. Agregue usted que ellos solitos están desbaratando y dividiendo a sus institutos políticos con sus ambiciones, traiciones y chanchullos electorales para nombrar a sus dirigencias partidistas. No pueden cambiar ni lo harán. Además, no tienen remedio.

A los neoliberales nacionales —PRI, PAN, MC y PRD— me los imagino cavando su tumba. Conjeturo que ya llevan 1.80 metros de excavación y la norma dice que deben ser 2.00 metros para poder enterrar al difunto. Ya les falta poco, ojalá sigan usando las mismas monsergas en contra del presidente y similares peroratas hacia sus proyectos. De seguir con esos desatinos —para el 2021— van a alcanzar la profundidad requerida para sepultar el cadáver y se procederá en consecuencia.

Por sus alegatos y arengas de los últimos tiempos, les pregunto a los detractores del PAN y políticos opositores del PRI ¿Conocen la historia de Pemex y su importancia en la vida nacional? ¿Se acuerdan de lo que prometieron que sucedería con la reforma energética?

alfredopoblete@hotmail.com