ES BUENO saber que hay una nueva reforma educativa, pero es malo enterarse que lo que menos importa en esta adecuación promulgada, es que los alumnos de educación básica alcancen la excelencia, ya que, en principio, la de Andrés Manuel López Obrador cancela evaluaciones de ingreso, permanencia y promoción de profesores, acaso para que en el futuro los ciudadanos tengan la misma preparación que la mayoría de morenistas en el poder, algunos en cargos de gran envergadura pero con un currículo académico que deja mucho que desear. Lo peor es que esa adecuación contó con el voto de la bancada del PRI que, de esa forma, echa al cesto de la basura la del ex Presidente Enrique Peña Nieto, demostrando, o ser acomodaticios vendiendo su conciencia al mejor postor o, en el peor de los casos, irresponsables a quienes la niñez les vale un bledo, pues de otra forma no se explica porque respaldaron “suspender cualquier evaluación”, cuando lo que el mundo moderno exige es, precisamente, excelencia que, definitivamente no se alcanzará con los mínimos conocimientos que transmiten profesores egresados de escuelas normales, algunas tan rezagadas en zonas rurales que no representan nada nuevo pedagógicamente hablando para quienes cursan educación básica, y menos cuando otra parte de la reforma establece que a los niños de primero y segundo grado no se les debe reprobar, ya que basta con que asistan a las aulas para tener el pase directo a tercer grado. En pocas palabras, al nuevo gobierno le importa sorbete la educación o formación de las nuevas generaciones, a juzgar por el consentimiento a profesores que deberían no solo seguir preparándose sino al igual que los alumnos que atienden en las aulas, ser examinados para demostrar que están acordes a los nuevos tiempos, aunque en Veracruz está demostrado que ser striper y cursar en dos años una dizque carrera de comunicación, es suficiente para hacerse cargo del ramo educativo. Se trata de enseñar, y Zenyazen Escobar ya lo hizo muchos tiempo, solo que en los tugurios para damas y uno que otro de preferencia indefinida.
PERO LA nueva reforma deja muy claro en el artículo tercero transitorio del documento: “quedan sin efectos los actos referidos a la aplicación a la Ley General del Servicio Profesional Docente que afectaron la permanencia de las maestras y los maestros en el servicio”, y aunque el argumento esgrimido es “responderles a los profesores, darles confianza y revalorar su función” ya que “la evaluación no debe ser punitiva, no debe ser persecutoria, represiva, instrumento para castigar o sancionar a las y los maestros”, el sistema educativo no debe ni puede estar sin evaluación, como cualquier otra actividad productiva, y acaso es una de las razones por las que México sigue transitando en el tercermundismo, atorado entre la burocracia, irresponsabilidad y solapamiento de la autoridad que antepone intereses partidistas o clientelares, a la obligación de exigir a sus empleados –porque los docentes son sus empleados- una mejor preparación para ofrecer a los gobernados mayores opciones de superación.
Y ES que la evaluación no debe ser vista solamente como un instrumento de certificación, sino como un elemento crucial en la formación profesional de los estudiantes que puede, además, retroalimentar ambos procesos de enseñanza-aprendizaje, y como formador, al profesor le compete una enorme responsabilidad en la generación y comprobación de conocimientos que no se debe ignorar. En suma, las palabras claves deberían ser: Evaluación, responsabilidad, aprendizajes, enseñanza, resultados, competencias e instrumentos de evaluación. Lo entiende bien la Senadora hidalguense del PAN, Xóchitl Gálvez –pese al lenguaje ordinario que suele utilizar en sus intervenciones-, cuando asume que sin evaluación, “el riesgo de que el manejo de las plazas vuelva a manos de los sindicatos se vislumbra, lo que implica un retroceso que contradice flagrantemente la intención del gobierno de transformar al País”.
PERO NO solo los profesores deben ser evaluados y hasta sancionados sino cubren los requisitos indispensables para el proceso enseñanza-aprendizaje, sino todos quienes ejercen una actividad que repercute en el conglomerado, incluidos integrantes del Gobierno llámese Federal, Estatal o Municipales, y acaso por ello se aprobó la revocación de mandato que no es otra cosa que la calificación que se hará a un Gobierno, en este caso al Presidente de la República, algo que se debería replicar en los Estados y Municipios para que “el pueblo sabio” –como lo llama AMLO- decidan si un gobernante debe seguir o abandonar el cargo por incompetencia, aunque de aplicarse en el Estado, seguramente más de la mitad de quienes votaron por quien ejerce poder –sin control eficiente de sus empleados-, en este caso Cuitláhuac García Jiménez, querrían echarlo antes de que el barco termine por naufragar sin remedio. Y si AMLO impulsó esa reforma para que la sociedad lo evalué y decida si continúa ejerciendo el mandato constitucional o se retira, uno se pregunta: ¿y qué culpa tienen los niños de padecer, en muchos casos, profesores sin título, producto del influyentismo –que en Veracruz hay muchos-, carentes del conocimiento indispensable para trasmitir una formación adecuada, a tal grado que al llegar a la educación secundaria o preparatoria, los educandos paguen las consecuencias de ello?
NO ES secreto que una pésima educación básica (primaria y secundaria) incide en los altos niveles de reprobación al tratar de ingresar a bachilleratos o universidades, ya que si bien ahora todos los certificados, independientemente de la modalidad que los emita, tienen validez para exigir el ingreso a la universidad, estos no respaldan de la misma manera la calidad del aprendizaje. Los estudiantes tienen el certificado, pero no los conocimientos para superar las pruebas de admisión a programas y universidades que elevan sus estándares en función de la demanda que tienen. Las universidades privadas, que crecieron prácticamente sin control en los últimos 30 años, y las nuevas universidades tecnológicas y politécnicas, así como el impulso de la universidad a distancia, no han sido suficientes para una creciente demanda, que se justifica no sólo por quienes lograron su certificado de bachillerato, pero que se topan con pared al momento de pretender acceder a la educación profesional, ya que les precede –sobre todo si vienen de escuelas rurales o semiurbanas- una formación deficiente que no les permite competir en condiciones iguales. En fin, pobre México con semejante reforma. Ahhh y feliz día del maestro. OPINA carjesus30@hotmail.com
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