¡NO SE hagan bolas!!! Ni el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez ni los secretarios de Gobierno y Seguridad, Erick Patrocinios Cisneros Burgos y Hugo Gutiérrez Maldonado renunciarán a sus cargos como en redes sociales se pretende hacer creer, y no porque no merezcan dimitir dados los pobres resultados ofrecidos a los veracruzanos, sino porque el Presidente Andrés Manuel López Obrador –una chucha cuerera en cuestiones políticas y de interpretación de modos y señales-, entiende que la renuncia de uno de los suyos le provocaría severos conflictos a su partido, pues estaría demostrando que también se equivoca, y eso el tabasqueño no lo aceptará jamás, así el País se caiga a pedazos, y menos conociendo el carácter de AMLO que es obcecado y voluntarioso. Leer semejantes filtraciones y, peor aún, que personas duchas en el arte del poder pregunten si es cierto que se van los multicitados funcionarios mueve a ternura, porque nos percatamos que el oficio político está perdiendo crédito para darle certeza a ocurrencias. Hay algo que en psicología se conoce como “disonancia Cognitiva”, y es un concepto que hace referencia a la tensión o falta de armonía en nuestro sistema de ideas. Básicamente se traduce como dos pensamientos que entran en conflicto dentro del cerebro porque siguen una trayectoria completamente diferente. Es como si una parte de la mente nos dijera que el cielo es color rosa; entonces comenzamos a pelear con nuestro propio yo para convencerlo de que es azul, pero la lucha es tan grande, que en el fondo comenzamos a olvidar cuál es la respuesta correcta, y al final nos aferramos tanto a la primera idea que aun cuando esta puede no ser acertada, la defendemos como si fuera una verdad absoluta. Así es como la gente a veces se olvida de que no siempre tiene la razón.
EN SUMA, la “disonancia cognitiva” es lo que sentimos cuando nuestro propio concepto de: “soy listo, amable y estoy convencido de que tengo la razón” es amenazado por la evidencia de que hicimos algo poco inteligente, herimos a alguien más o estamos mintiendo. Cuando un individuo se encuentra en ese punto de autoengaño, es más fácil que su mente altere la realidad para protegerlo de una decepción, que simplemente impulsarlo a pedir disculpas. Otro estudio señala que mucha gente odia pedir perdón por el simple hecho de que negarse a hacerlo los hace sentir superiores y les ayuda a mantener una autoestima alta. Aunque no sabemos si sentirse bien consigo mismo sea tan buena idea si eso tiene el potencial de convertirnos en personas insoportables. Y conste que no lo decimos ni por el Gobernador Cuitláhuac ni por los titulares de seguridad y Gobierno, Hugo Gutiérrez Maldonado y Erick Patrocinio Cisneros Burgos. Es solo una referencia a porque muchas personas, pese a entender que la “regaron”, siguen insistiendo en un tema al que deberían darle vuelta, sobre todo cuando se está afectando a infinidad de representados que exigen lo contrario a que lo que traducen los gobernantes como exitoso o triunfal. Son personas a las que, simplemente no se puede convencer de que cometieron un error porque jamás lo aceptarían, y el Presidente –contra lo que se diga-, está casado con sus ideas y nunca reconocería que Veracruz está peor que con Miguel Ángel Yunes Linares en materia de inseguridad y desempleo e, incluso, ya superó al nefasto Javier Duarte de Ochoa.
SI EQUIVOCARNOS nos hace humanos, admitir el error y pedir perdón debería hacernos, como dijo Alexander Pope: divinos. Sin embargo, vivimos en una época marcada por la aparente infalibilidad, y es ahí donde abundan personas que no admiten yerros, verbigracia, los políticos que no asumen las responsabilidades de sus desaciertos, e instituciones que no aceptan el peso de las equivocaciones. Si bien es cierto que no es fácil admitir ante otros que uno es falible en ese afán de aparentar ser intachables, invulnerables al fallo, además de altamente eficaces, estamos creando escenarios muy rígidos, complejos e insalubres. Se nos olvida quizá que la felicidad no está en ser divinos, pues en verdad nos basta con ser humanos. Y es que se quiera o no aceptar, el único hombre que no se equivoca es aquel que nunca hace nada, y en Veracruz los que Gobiernan asumen que no se equivocan, y que todo lo que hacen o dicen es producto de esos aciertos que solo se reflejan en sus mentes.
POR ELLO el Presidente ni va a cambiar a Cuitláhuac García Jiménez como tratan de advertir en redes, porque legalmente esa tarea no le compete aun cuando sea el jefe político de la Nación, sino al Congreso del Estado que, aunque mayoritariamente morenista, obedece a los impulsos de su líder, en este caso el Gobernante en turno, y nadie en sano juicio se atrevería a contradecirlo, pues de su persona emana para ellos el dinero que es de los veracruzanos, producto del pago de impuestos y servicios. Y si bien en la praxis si es el Jefe de las Instituciones Federales el que decide, AMLO no aceptaría que se equivocó tras venir a Veracruz a levantar la mano a Cuitláhuac para decir que es el mejor Gobernador, honesto, honesto, honesto; buena entraña, y no ratero como sus antecesores ante quienes debía cuidar la cartera. Tampoco Cuitláhuac correrá a Erick Patrocinio Cisneros ni a Hugo Gutiérrez Maldonado por un solo hecho: él no los puso, se los impusieron y en ese tenor, removerlos sería aceptar que cometió una gran gansada.
POR ELLO es mejor no hacerse bolas y dejar de azuzar a la raza, y menos tratar de introducir una mentira con el clásico: “fuentes fidedignas en la ciudad de México”, cuando éstas sólo existen en el imaginario, con la versión de que sería Ricardo Ahued Bardahuil el sustituto, ya que a cada mención el Senador xalapeño tiembla, pues pareciera que es el responsable de semejante infundio, situación que lo aleja un milímetro más de quienes ejercen el poder como seres del Olimpo. Hay quienes afirman que, en realidad, los filtros de una “probable dimisión” del Gobernador salen de una oficina en Lázaro Cárdenas, ahí donde opera un robusto superdelegado que no ha cumplido su función de tener a tiempo censos y programas sociales, pero que se da espacio para hacer grilla, sobre todo cuando se trata del hombre que, sin merecerla, es Gobernador gracias a la popularidad que en la pasada elección demostró tener Andrés Manuel, aceptación que paulatinamente ha ido decreciendo por tanta y semejante ocurrencia que no acepta. Por ello, en pocas palabras –sin alusión de fuentes, que las tenemos-, nadie renunciará en los próximos días, semanas, meses o años a algún puesto de importancia en el Gobierno Estatal. Así de simple… OPINA carjesus30@hotmail.com
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