CUANDO CIERTA persona tiene en mente una idea, palabra, imagen fija o permanente, y se encuentra dominado por esta, los psiquiatras determinan que el individuo padece una obsesión. Quienes la sufren experimentan sentimientos intensos de celos, incertidumbre y resentimientos que reemplazan al afecto, la seguridad y la confianza. Los estudiosos de la conducta humana aseguran que quienes enfrentan el trastorno sienten dolor intenso, angustia, preocupación y desasosiego cuando se encuentran lejos de la pareja o cuando por factores de tiempo, rechazo o disponibilidad física o emocional, no reciben la atención que exigen. Es entonces cuando la satisfacción de sus demandas se convierten en una compulsión y fijación perpetua, y esa patología no es exclusiva de quienes han sostenido una relación que sobrepasó los límites; también la sobrellevan personas que se obsesionan con personas a quienes ni siquiera conocen, les basta con solo haber tenido un fugaz contacto. Según los expertos, ese tipo de conductas pueden originarse en la infancia o en los primeros años de la adolescencia. Factores como el abandono, el abuso físico o emocional, el descuido, la falta de afecto o la baja autoestima pueden conducir a la persona a desarrollar este tipo de comportamientos. Pero vayamos a los orígenes de la palabra: proviene del término latino obsessĭo (asedio), y se trata de una perturbación anímica producida por una idea fija que con tenaz persistencia asalta la mente. Ese pensamiento, sentimiento o tendencia aparece en desacuerdo con el pensamiento consciente de la persona, pero persiste más allá de los esfuerzos por librarse de éste.
NO SABEMOS si Jorge Winckler Ortiz, Fiscal General del Estado se ha convertido en una obsesión para el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez, pero un reportero que estuvo en la conferencia de prensa del pasado lunes, donde el mandatario se enredó con el costo de las 160 patrullas que ya circulan en algunos municipios ––según relata el periodista Bernardo Gutiérrez en un memorándum-, tuvo la curiosidad de contar y grabar el número de veces que el mandatario Estatal nombró al Fiscal General del Estado: “fueron 26 en menos de una hora”, dice el comunicador, lo que pareciera encuadrar la conducta clínica descrita, ya que un gobernante estadista no se desgasta en esos temas, por el contrario, como bien dice la canción de Julio Jaramillo que lleva por título: “Ódiame”: “Odio quiero más que indiferencia, porque el rencor quiere menos que el olvido”. Y es que esa insistencia ha inducido a que muchos no simpatizantes y hasta partidarios le falten el respeto al mandatario en redes sociales, ya que su insistencia lo demeritan ante los demás, porque no se trata de cualquier mortal, sino del Gobernador en turno, y si no ha podido quitar a Winckler de la Fiscalía, es porque tanto el poder Legislativo como el Ejecutivo solo han mostrado incompetencia. Cuitláhuac no encuentra manera de destituir a su más enconado enemigo y eso le irrita en grado superlativo, más aun cuando el propio Presidente dio instrucciones a la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero de encargarse “de ese tema” en una reunión en Coatzacoalcos en la que participó la diputada local por aquel distrito.
PERO, ¿PORQUE con toda la caballería pesada del Estado no ha podido García Jiménez con Jorge Winckler? Es muy simple: por arrogantes –tanto diputados como funcionarios de la administración cuitlahuista-, y porque desconocen las leyes, a tal grado que el Secretario de Gobierno, Erick Patrocinio Cisneros Burgos llegó a pensar que con poner cara de “emoticón enojado”, medio Veracruz temblaría y se le pondría de hinojos suplicando perdón, desconocedor de la idiosincrasia jarocha que si bien nos gusta la salsa, los sones, la verseada y el fandango, reaccionamos cuando se nos busca –y Winckler, aunque de origen oaxaqueño, es veracruzano-. Él –Patrocinio- vivió tantos años en Baja California, que desconoce el carácter de sus otrora paisanos: ya no le toco vivir los tiempos de Felipe Lagunes, Cirilo Vázquez Lagunes, Toribio Gargallo, Francisco y Miguel Hernández, Tomás Sánchez Vitorero, Esteban Cruz Bustamante, Amadeo González Caballero y el último de los caciques buenos, acribillado hace un año y nueve meses en Tierra Blanca, Rubén Rivera Canseco. El dizque otatitleco se quedó con la imagen de un pueblo que sabe reír y cantar, pero que las circunstancias lo han hecho bravo, a la defensiva, echado para adelante, pero sin perder la nobleza que es su esencia.
LO PEOR es que ese vacío que ha dejado el pleito entre el Gobernador y el Fiscal, Jorge Winckler es una rendija por la que se cuela la delincuencia, a tal grado que no pasa un día sin que ocurran acontecimientos que enchinan la piel, como el múltiple asesinato perpetrado en una vivienda de Sayula de Alemán y la muerte de cuatro personas, o el secuestro de un joven ganadero en Hueyapan de Ocampo, o la advertencia de un grupo fuera de la ley contra el alcalde de Tuxpan a quien amenazan de muerte, o la balacera en aquel mismo sitio contra una carroza fúnebre por solo citar algunos casos de este martes. Y mientras todo eso sucede, el Gobernador no pierde la oportunidad de echar la culpa al Fiscal de todos los males habidos y por haber, y en ese tenor, en la conferencia del pasado lunes lo nombró 26 veces en menos de una hora, y eso da en qué pensar, porque ni Romeo Montesco –uno de los personajes centrales de la obra cumbre de William Shakespeare- nombra tantas veces en 60 minutos a su amada Julieta Capuleto, en la inmortal puesta en escena.
PREOCUPA, PORQUE los pensamientos obsesivos son esos que dan lata, que no se quieren ir, que mientras más te esfuerzas más se quedan. Normalmente son mentira, te quitan la paz y tu atención y no te dejan mantener la casa limpia y ordenada como debería ser lo saludable, porque el trastorno obsesivo-compulsivo es una perturbación de ansiedad caracterizada por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes que producen inquietud, aprensión, temor o preocupación. Tal vez si el Gobernador dejara de hablar de Winckler y culparlo de todo lo negativo en materia de seguridad que está viviendo Veracruz, los gobernados lo entenderían mejor y hasta se sumarían a una demanda colectiva de renuncia, pero cuando observan que 26 veces García Jiménez lo menciona en una entrevista de menos de una hora, lejos de proceder convierten en burla esa ansiedad, como ha ocurrido en redes sociales, lo mismo por parte de la oposición que de cuitlahuistas que observan un desgaste innecesario del Gobernante, acaso porque no sabe cómo decir las cosas. Tal vez si deja el tema en manos de expertos podría lograr la renuncia del Fiscal que, ante la denuncia que le interpusieron en la Fiscalía General de la República, se reunió este martes en la ciudad de México con funcionarios de la dependencia que le han dicho que lleva bien la dependencia y que no se preocupe. Así las cosas…OPINA carjesus30@hotmail.com
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