El Malecón del paseo y áreas cercanas está en disputa, por un lado lo reclaman los vendedores ambulantes como su coto de mercadeo para venta de falluca y otros productos que no tienen relación alguna con las artesanías, disputan el espacio con los veracruzanos que durante muchos años disfrutaron del malecón para descansar, disfrutar del paisaje marítimo y hacer ejercicio.
El conflicto creado por la tolerancia mal entendida de las autoridades municipales al permitir la escalada de apoderamiento de los comerciantes que convirtieron el espacio en un desagradable zoco en que ya es imposible el tranquilo paseo o descanso de los ciudadanos locales o turistas, crearon derechos por sobre el de los demás ciudadanos que perdieron el acceso al bello paseo, el abuso de los comerciantes llegó al bloqueo de las calles, donde colocaron camionetas bodega para guardar sus mercancías e implementos de trabajo. Por supuesto con puestos de fritangas, refrescos y raspados.
Todo lo que tiene que ver con la planeación municipal, sanitaria y orden en el establecimiento del tianguis, fue soslayado durante mucho tiempo por los inspectores del ayuntamiento, hoy, en un acto de autoridad que parece autoritario, se pretende desalojar, se desalojó a los comerciantes que reclaman y protestan como seres humanos con derecho a ganarse la vida como se les había permitido hacerlo. Culpa fue del ayuntamiento que en aras de carrancear algunos pesos toleraron el desorden y la mugre.
Todo es un soberano enredijo, las salidas sensatas no se vislumbran, pues estos comerciantes son menos culpables que las autoridades que desde el trienio de Roberto Bueno toleraron la invasión desordenada del Malecón, algunos, no se que tantos comerciantes establecidos, mantienen expectante silencio, han sido los impulsores del desorden pues aumentaron sus ventas financiando a muchos humildes campesinos que migraron del campo en busca de trabajo, coludidos con lideres que siempre ganan esperan acciones, pues ellos en cualquier forma se mantendrán operando, jodidos los campesinos o empleados ocasionales que de golpe quedan con una mano atrás y otra delante. Única solución, reinstalarlos en sitio ad hoc o apoyarles para que inicien otras actividades.
El paso dado por quien lo haya decidido dar, merece el aplauso de los veracruzanos, ayer pude nuevamente caminar y pasear con mi familia en este bello malecón, debe mantenerse como lo que fue durante muchos años, un paseo en el que se evite a toda costa la conformación del desagradable zoco en que lo han convertido personas necesitadas de trabajo, pero al final de cuentas, invasores de un espacio que deberá ser siempre el bello paseo y atractivo turístico sin la mugre que imperaba hasta antes del desalojo.
Algunos ocurrentes denominaron a los limpiaparabrisas y “Cuidadores” de carros como la fraternidad de la franela roja, conformaron estos tipos de fea catadura, un grupo sin liderazgo aparente, pero con tal poder que ofenden las damas que no les dan para sus gastos, además ya apoderados de las calles, dejan espacios reservados que ellos controlan y solo con su permiso y pago impuesto podemos los ciudadanos estacionar con tranquilidad nuestros carros. ¡AGUAS!
Mayo 3 del 2019 lmwolf@prodigy.net.mx Luis Martínez Wolf |
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