AYER, las administraciones federal y estatal, la primera a cargo de Andrés Manuel López Obrador, y la segunda bajo el mando de Cuitláhuac García Jiménez, cumplieron los primeros cien días de gobierno, motivo por el cual, se hicieron las primeras evaluaciones por cuanto corresponde a los logros, a los errores cometidos, a la buena conducción del país y del Estado, y en general, a todos los aspectos que forman parte de una tarea gubernamental, mandatada por el pueblo a través de una elección inédita del primero de julio del año pasado, donde los ciudadanos dieron una buena lección política a todos los partidos políticos, principalmente, el PRI y el PAN, los cuales se consideraron los más vapuleados en dicha jornada de la sucesión presidencial y gubernamental.
López Obrador, logra más de treinta millones de votos, debido principalmente, al enojo de los mexicanos en general, por haber tenido gobiernos, tanto del PRI, como del propio PAN, que se sirvieron escandalosamente de los recursos económicas del erario nacional y muchos del presupuesto en los Estados, porque si bien la culpa de todo esto se la han echado solamente al priismo, no hay que descartar a los panistas que también tuvieron sus días de gloria y sus oportunidades de servirse abultadamente de los recursos nacionales que manejaron en su momento, cuando fueron gobierno en el país y en algunos Estados de la República.
Pues bien, los cien días de gobierno, en la administración federal, se han visto complicados con las nuevas instrucciones presidenciales. Muchos son los casos en que la crítica advierte que son síntomas de que México, camina derechito a un gobierno totalitario, que no hace caso a nada y que prefiere hacer las cosas a su modo. A López Obrador, lo han comparado, en cada día de estos cien que han transcurrido en su gobierno, de ser un émulo del chavismo, refiriéndose al gobierno de Hugo Chávez, en la República de Venezuela, donde se aplicaron reglas totalitarias para poder controlar al pueblo. Sin embargo, López Obrador, ha dado muestra de ser un Presidente popular, cayendo, por lo mismo, en el llamado populismo que ha practicado a diario en cada una de sus acciones, pero al mismo tiempo es un hombre con características totalitarias.
En fin, que de todo ha sido tachado y aún así, el Presidente se ha destacado por sus decisiones, que no son del pueblo, como siempre ha prometido, es decir, aplicando principios demócratas, sino propuestas que ha construido desde hace tiempo para aplicarlas en el momento de llegar a la Presidencia de la República, porque lo sabía perfectamente bien que aprovechando todos los errores del enemigo, lo vencería y así sucedió.
No se pude hablar de grandes cosas dentro de estos cien días de su gobierno, sino de decisiones tomadas a su propio arbitrio, que aunque se diga que sigue teniendo la confianza del pueblo, hay quienes piensan que su popularidad ha
bajado, aunque sea en mínimo porcentaje. Mucho le restó el hecho de haber cancelado el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, con descalificaciones nacionales y del propio exterior, porque se trataba de una obra que pretendía despegar el desarrollo nacional.
No todo han sido aciertos y en esas evaluaciones, se considera que ha cometido errores y que los aciertos han sido pocos para un gobierno, como el suyo, que ha puesto de por medio la esperanza de un nuevo país.
Pero esto es a nivel nacional, ya que a nivel estatal, los veracruzanos, se encuentran prácticamente confundidos, con un gobierno que hasta la fecha no ha dado respuestas efectivas a las propias esperanzas de quienes votaron por un cambio gubernamental, donde la corrupción ya no sea parte de las principales acciones de este gobierno, donde la seguridad sea garantizada por la propia administración y se den los pasos para lograr las metas que se han trazado, tanto en el propio gobierno, como entre los ciudadanos que buscan el arranque verdadero de una administración que ponga énfasis en las necesidades prioritarias de este pueblo.
Los cien días en Veracruz, se afirma, han sido, solamente, dimes y diretes, desencuentros y luchas políticas que han debilitado al propio gobierno y han puesto en evidencia los verdaderos objetivos de un nuevo partido que ofreció un nuevo panorama para los veracruzanos.
Los primeros cien días, en Veracruz, no dicen nada y no hay, en opinión de todos los sectores de la sociedad, un verdadero interés por avanzar en este difícil camino de la recuperación política, económica y social.
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CON SUS RECIENTES declaraciones, que ya fueron criticadas a nivel estatal y nacional, el Coordinador de Delegaciones federales en el Estado de Veracruz, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, se ha dado un autogolpe en el proceso de sucesión gubernamental, que comenzó, aunque no se quiera, al otro día en que Cuitláhuac García Jiménez, protestó como nuevo Gobernador de la entidad veracruzana.
Se sabía que Manuel Huerta Ladrón de Guevara, comenzaba con fuerza un camino hacia la futura candidatura a la gubernatura del Estado, cuestión que esta lejos, pero que desde ahora, suele, para muchos políticos, iniciar su construcción.
Sin embargo, la inexperiencia ha puesto todo de su parte y las acciones son las que se van calificando para cuando llegue el momento en que la cúpula tenga que decidir, sobre todo, por la intención del Presidente López Obrador, de hacer perdurar a su partido en el poder.
Huerta Ladrón de Guevara, ha cometido, durante estos cien días de gobierno, varias pifias, pero la última fue la que, prácticamente, le ha cerrado toda aspiración a la candidatura, porque lo expresado recientemente se recordará por todo el sexenio o antes, pensando que las elecciones ya se estarán preparando para dentro de cinco años, tiempo que también suele pasar rápidamente.
Esto, favorece a otras opciones, que sin duda, tienen también la misma mira de llegar a la candidatura, en su momento, y ser quien releve al que ahora gobierna en Veracruz.
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POR CIERTO QUE AYER, se vio nuevamente al empresario local y Senador de la República, Ricardo Ahued Bardahuill, por una de las sucursales que tiene de su propio negocio que tantas satisfacciones le ha dado.
Es cierto, ayer, el legislador, como decíamos en otras ocasiones, dejó el saco y la corbata, para dedicarse a trabajar, en mangas de camisa, en sus propios negocios, donde atiende las necesidades que se presentan y convivir, al mismo tiempo, con sus empleados, que son cientos en esta capital.
No hay que olvidar que ya los viernes se han venido instituyendo como los espacios que utiliza para atender a sus representados, atendiendo directamente a las personas, a los alcaldes y a todos aquellos interesados en sus actividades legislativas, ya sea para una gestión o para concretar acuerdos de obras materiales que se construyen en diversos lugares del Estado, con su apoyo.
Ricardo Ahued, es un hombre ampliamente conocido y respetado y desde que incursionó en la política lo ha hecho con honor y responsabilidad, por lo que mucho se espera, todavía, en los meses y años que vienen.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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