NO ES que los “morenistas” sean incivilizados, ordinarios o faltos de cultura y cortesía con los gobernantes estatales y que no son de su partido, más bien, a juzgar por el protocolo que les han impuesto en cada visita de Andrés Manuel López Obrador a un estado gobernado por la oposición, son víctimas de “fanatismo”, conducta que de acuerdo a expertos en el estudio del comportamiento humano, “es una actitud o actividad que se manifiesta con pasión exagerada, desmedida, irracional y tenaz en defensa de, entre otros, una idea, teoría, cultura, estilo de vida”, en suma, el “fanático” es una persona que defiende con tenacidad desmedida sus creencias y opiniones pero, también, es aquel que se entusiasma o preocupa ciegamente por algo. Alguna vez el psicólogo de la religión, Tõnu Lehtsaar -profesor de psicología religiosa en la Universidad de Tartu-, definió el término “fanatismo” como la búsqueda o defensa de algo de una manera extrema y apasionada que va más allá de la normalidad. El fanatismo religioso se define por la fe ciega, la persecución de los disidentes y la ausencia de la realidad, mientras que el “fanático político” defiende con tenacidad y vehemencia sus opiniones y creencias, su propia verdad y su efímero poder. En el fanatismo popular –que está interrelacionado con lo político y religioso- “su capacidad de razonamiento es escasa y por eso es presa fácil de caudillos y politiqueros, defiende tesis falsas, es iracundo e irascible, su capacidad de reacción es violenta e irracional; el fanático cree saberlo todo, se siente portador del poder divino para resolver problemas, sancionar o castigar.
OTROS EXPERTOS en psicología reiteran que el fanatismo es patrimonio de sistemas autoritarios y dictatoriales, donde el chantaje, la represión y el miedo son utilizados para someter a la gente. “Quienes no pueden acomodar sus ideas al fanatismo son considerados enemigos y exponen su estabilidad psíquica, física y social a serios peligros que pueden terminar en la tortura, la cárcel o la muerte”, de tal suerte que en psicología a los fanáticos políticos se los ubican en el grupo de las personas inseguras que tratan de compensar sus sentimientos de inferioridad por la fuerza, el chantaje o la mentira, su escasa capacidad de razonamiento no les permite pensar, generar ideas ni respuestas, requieren de incondicionales para a través de un discurso ofensivo-burlesco y populista desviar la atención del fracaso.
Y ESO lo sabe el gobernador priista de Colima, Ignacio Peralta, que ha sido de los pocos que ha salido al paso de los abucheos contenidos en un protocolo que el Movimiento de Regeneración Nacional distribuye entre su “fanaticada”, previo a la visita del Presidente Andrés Manuel López Obrador para que las autoridades locales opositoras sean abucheadas y avergonzadas, y el tabasqueño, como reconciliador, se luzca pidiendo a sus fanáticos –cual si fuera el gran Imán- que no lo hagan, que respeten a los opositores porque son más importantes que los abyectos, y en ese rosario de cosas producto de una mente que sabe controlar a los que no piensan, sino que como títeres del titiritero se mueven al compás que les marcan, logra acallarlos y erigirse en el defensor, incluso de la mafia del poder, de corruptos y saqueadores. Se convierte, entonces, en el Gran Tlatoani, ‘el que habla’, ‘el orador’ o ‘el que manda’ y ‘tiene autoridad’.
POR ELLO el mandatario colimense permaneció más de dos minutos en silencio, sobre el templete, de pie frente al micrófono y a la muchedumbre que lo maldecía y le lanzaba improperios, y cuando la “fanaticada” bajó el tono desconcertada por el mutismo del Gobernante, este les dijo en presencia de López Obrador: ¿Le van a seguir o ya terminaron?”, y ante el silencio dejó en claro: “Desahogado el punto del orden del día del abucheo, sigo entonces con mi mensaje”, poniendo en evidencia que se trata de actos programados, de eventos para que AMLO corte rabo y orejas, demostrando así que los abucheos contra mandatarios locales ya son parte del protocolo de los actos del Presidente, y por eso no tuvo empacho en denunciarlo frente al Jefe del Ejecutivo Federal, quien fue testigo de los gritos y las rechiflas lanzadas contra el mandatario local.
COMO FUERA, otros especialistas refieren que el fanatismo se refiere a las creencias de una persona o grupo, pero en casos extremos en los que supera la racionalidad, la ceguera que produce ese apasionamiento puede llevar a que la persona fanática se comporte, en ocasiones, de manera irracional y/o extremos peligrosos, como matar a seres humanos o encarcelarlos con el fin aparente o manifiesto de mantener esa creencia, considerada por el fanático o fanáticos como la única verdad. La importancia de una buena definición de fanatismo, ilustran, estriba en los problemas éticos que genera en la mayoría de los casos que serán considerados. Cabe señalar que en ese sentido, el fanatismo no se define tanto por la racionalidad o irracionalidad del pensamiento de la persona fanática (eso atañe más propiamente a la locura, que es estudiada por la Psicología, a la Lógica, y a otros campos de conocimiento), sino más bien por sus actitudes o comportamientos, ya que son estos los que producen problemas éticos. Existe, sin embargo, otro caso del fanatismo positivo (no en contra de algo o alguien), por ejemplo, un fan o fanático, simpatizante, aficionado, seguidor o admirador que es una persona que siente gusto y entusiasmo por otra o por cierto objeto/s. El término se utiliza en particular en el deporte y el arte, para referirse a admiradores de una persona o grupo de personas.
COMO FUERA, ya hay versiones de que el Presidente Andrés Manuel López Obrador podría quedarse solo en sus giras por el País, sin el acompañamiento de Gobernadores o Presidentes Municipales de oposición a su partido, porque a nadie gusta que lo abucheen, y porque no se trata de un comportamiento cotidiano, sino solo para agradar al “Gran Tlatoani” ordenado desde la cúpula del Movimiento de Regeneración Nacional, ya que en días normales un gobernante local puede deambular por su estado o municipio sin que nadie lance improperios en su contra, ni siquiera los “morenos”, lo que confirma que es el fanatismo de hacer todo aquello que le ordenan lo que induce a la comisión de esos actos deleznables aunque, por cierto, el abucheo contra Cuitláhuac García Jiménez en la reciente visita de AMLO fue naturalito, o los torpes organizadores también repartieron el protocolo con toda la saña. Como fuera, vaya que en Veracruz sí que se están ganando el abucheo a pulso. Así de simple. OPINA carjesus30@hotmail.com
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