Bonito alegato se tiene entre los defensores de los toros que dan notoriedad a la fiesta de la Candelaria en Tlacotalpan, se alega actitud de crueldad por la persecución de unos toros antes maltratados cruzando el rio, apaleados y cansados, eventualmente tiran unas cuantas cornadas a sus verdugos, a mí me parece una barrabasada despreciable, no le encuentro la gracia a la persecución de los pobres animales por inhumanos seres que se envalentonan ingiriendo una buena ración de toritos, no animales, sino mezcolanza de aguardiente de caña 96 grados, con jugo de limón, una gotas de agua, algunos le agregan azúcar y hielo, todo en aras de una idiota tradición de alcohólicos, valga la barbaridad que se comete como una manifestación folclórica. Imbécil, pero folclórica. Nadie atiende que los toros apaleados, en ocasiones atacan a indefensos borrachos, aceptemos, hacen mal los crueles e “inhumanos” toros.
Le guste o no a los líderes de la defensa de los animales, los tlacotalpeños harán su “candelariada” con viejos y cansados semovientes, antes apaleados por los valientes rejoneadores que en última instancia hacen los mismo que los valientes y muy respetados matadores de toros, no los del rastro, sino los de la “fiesta” taurina que martirizan, tanto o más que los “valientes” borrachos de Tlacotalpan, sin muchos análisis, son más sanguinarios, crueles y martirizadores de animales que los del festejo de La Candelaria, indigna ver la forma en que torturan a los toros en la mal llamada “suerte de varas”, la gracia o idiota suerte, tiene por objeto sangrar al animal, clavándole en el lomo una pértiga con punta de acero, con ello se evita que agreda con energía a los valientes toreros, le restan fuerza al animal para que el torero muestre su raro arte, al final, le da al cansado animal una estocada mortal.
Dejémonos de pendejadas, malo el juego de borrachos de La Candelaria, uno de los pretendidos méritos lo conciben los mata toros o matadores, pues al final los aficionados a la fiesta, se comen el toro, en una rara tradición en la que los devoradores del animal adquieren parte de la fuerza del animal no desangrado, todo muy raro pero tradicional, como lo son muchas de las acciones que los seres humanos realizan , unas con carácter simbólico y otras en acciones concretas, los defensores de animales terminarán compitiendo con otras personas que beben la sangre humana y devoran un cuerpo humano, en una acción simbólica, pero muy semejante a la concreta de los tlacotalpeños que toman la sangre del toro y devoran su cuerpo para adquirir semejanza a su carácter, no menciono nombre de los protagonistas para no herir susceptibilidades de carácter religioso, pero ¡cuidado!, tradición simbólica respetada, respetable y al final de cuentas, un tanto de carácter antropogénica.
Creo debemos dejarnos de tonterías y dejar que los tlacotalpeños realicen su fiesta como lo dispone la tradición de muchos años, evitarlo o darle cariz como acción deleznable, nos puede conducir a satanizar otras inocentes tradiciones. ¡AGUAS! Enero 29 del 2019 lmwolf@prodigy.net.mx Luis Martinez Wolf |
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