OCULTAR HECHOS violentos en el País nunca ha sido la mejor salida para demostrar que vivimos en un ambiente de paz y tranquilidad, por el contrario, es muy parecido al mito del avestruz que considera que enterrando la cabeza en la arena esquiva las confrontaciones o escapa ante los problemas aunque, en realidad, solo rehúye las responsabilidades, y el tema viene a colación porque en su primera conferencia de prensa –este lunes-, tras presidir una reunión con el gabinete de seguridad –SeDeNa, SeMar, Secretaría de Gobernación, Seguridad y PGR-, el Presidente de México fue contundente: “Hemos iniciado el Gobierno sin problemas….”, justo cuando en el Estado de Nayarit, concretamente en Tepic, amigos y familiares se aprestaban a dar cristiana sepultura a Jesús Alejandro Márquez Jiménez, el primer periodista ejecutado en la administración de Andrés Manuel López Obrador, cuyo cadáver fue encontrado la mañana del domingo entre un cañaveral cercano al aeropuerto de la ciudad de Tepic tras haber sido levantado el sábado –justo cuando AMLO asumía el poder-, convirtiéndose en el décimo séptimo comunicador asesinado en lo que va de este año, ya que en el sexenio de Enrique Peña Nieto fueron ejecutados 46 periodistas; 12 en 2017, el año más letal con un sello característico: al 99.2 por ciento de esos esos crímenes los envuelve la impunidad, y a juzgar por el silencio de este lunes por parte de los funcionarios de Andrés Manuel y del propio Presidente, todo parece indicar que las cosas irán por ese camino.
MÁRQUEZ JIMÉNEZ no fue un periodista común; era ampliamente conocido en el gremio nayarita, pues había sido reportero del periódico “Crítica”, de línea dura, de donde salió para fundar su propio medio: “Orión Informativo”, el que ya tenía dos años de circulación y se había distinguido por su inclinación al Movimiento de Regeneración Nacional y apoyo a los abanderados de ese partido e, incluso, él fue candidato a regidor el año pasado por el municipio de Tuxpan que, desafortunadamente, perdió. Su simpatía por AMLO, sin embargo, lo indujo a realizar campaña en el Estado a favor del, ahora, mandatario nacional que en su discurso de asunción, dejaría muy claro: “nunca el gobierno Federal aplicará a ningún periodista censura alguna, Todos van a poder ejercer su libertad de manifestación, de expresión y les recomendamos a los integrantes de los medios de comunicación que ejerzan esa libertad, porque no va haber censura, se va a garantizar en México el derecho a disentir” y, más aún: asumió que garantizaría seguridad al gremio que, irónicamente, ese día perdía a otro de sus integrantes, pues de acuerdo a fuentes de la Fiscalía del Estado de Nayarit, el cuerpo de Jesús Alejandro Márquez Jiménez fue encontrado el sábado con tres impactos de bala, horas después de ser levantado, pero fue hasta la mañana del domingo cuando sus familiares –que interpusieron una demanda en tiempo y forma- pudieron identificarlo. La última vez que se vio con vida al comunicador fue la tarde del sábado, cuando en compañía de su familia había terminado de comer en su domicilio.
Y ES que dice su familia –en la carpeta de investigación-, que Jesús Alejandro Márquez Jiménez “apenas había terminado de comer cuando recibió una llamada telefónica, por lo que salió de casa a bordo de su motocicleta” sin volver a saberse más de él hasta que su cuerpo fue localizado masacrado a golpes y tiros. Por ello, al no llegar a su domicilio durante toda la noche, acto que no era usual en el periodista, la familia del comunicador decidió interponer una denuncia por desaparición, por lo que su esposa acudió la mañana del domingo a las instalaciones de la Fiscalía, en donde se le refirió que una persona con las características denunciadas se encontraba en calidad de desaparecida en el Servicio Médico Forense. La esposa del comunicador reconoció formalmente el cuerpo y la identidad de éste, estableciendo que la víctima no había manifestado problemas personales con nadie ni tampoco había recibido amenazas de muerte previas, por lo que se estableció como primea línea de investigación su quehacer periodístico. Es menester señalar que el periódico “Orión Informativo” que dirigió el hoy occiso, se distinguió desde su aparición por las polémicas cabezas de sus notas principales en las que eran frecuentes calificativos directos contra funcionarios de todos los niveles. En fin, Jesús Alejandro Márquez no mereció, este lunes, ni siquiera una mención por parte del Presidente Andrés Manuel López Obrador tras su primera reunión con su equipo de seguridad y la inicial conferencia de prensa que será una costumbre, salvo que el grupo que le acompaña no le diga toda la verdad en torno a los acontecimientos que cimbran al País, pues de otra manera AMLO difícilmente habría dicho: “Hemos iniciado el Gobierno sin problemas….”, cuando en realidad si los hay, y ese crimen es más que evidente.
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NADIE DESEARÍA interpretar la salida de Mauricio Audirac Murillo de prisión –para que lleve su proceso judicial en libertad-, como el afamado “borrón y cuenta nueva” o el “perdón y amnistía” que prometió el Presidente Andrés Manuel López Obrador para los presuntos corruptos del pasado, porque esa sería una mala señal de que los duartistas muy pronto comenzarán a desalojar el penal de Pacho Viejo sin ser sentenciados y, mucho menos, haber devuelto la totalidad o parte de lo saqueado, acción que agravia a la sociedad porque los recursos sustraídos para la adquisición de residencias, ranchos, inmuebles y otros beneficios, amén de engrosar cuentas bancarias son producto de los impuestos que pagan contribuyentes o dineros que ingresa el pueblo por servicios.
LAMENTABLE SERÍA que muy pronto Arturo Bermúdez Zurita –con todo y procesos que se le siguen, algunos de lesa humanidad- y Gina Domínguez Colio –quien manejó a su arbitrio un presupuesto que no era de ella ni para ella- dejen sus celdas en la mencionada prisión para seguir los pasos de Audirac Murillo, porque se estaría aceptando, tácitamente, lo que tanto han criticado el PAN y PRD: que el Gobierno de Javier Duarte de Ochoa financió la primera campaña de Cuitláhuac García Jiménez, lo que no se desea creer porque se estaría derribando el compromiso de combatir la corrupción en todos los frentes y, de paso, aplicar la ley a quienes incurrieron en esas prácticas que tanto dañaron a los gobernados. Ojalá los juicios se lleven hasta las últimas consecuencias, salvo que los asuntos escapen al control del Gobernador y los jueces, por su cuenta, una vez que Miguel Ángel Yunes Linares dejó de ser Gobernador, quieran desagraviarse con los ahora procesados ante el temor de ser llevados ellos a prisión por abuso de autoridad y otros ilícitos. Todo puede suceder. OPINA carjesus30@hotmail.com
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