Increíble controversia se está dando entre los mexicanos por causa de la marcha de los llamados migrantes, ciudadanos centroamericanos, principalmente hondureños, quienes por particulares razones deciden abandonar su país y emprender una peligrosa travesía, supuestamente en busca del sueño americano. En concreto, pretenden ingresar a los EEUU y para ello cruzan nuestro país.
Nuestras autoridades obligadas por un impulso o reclamo de carácter “derechos humanos” permiten se violen disposiciones internacionales para realizar cruces entre países. Las leyes migratorias vigentes en México disponen que cualquier ciudadano de otro país que pretenda ingresar en el nuestro debe tener un pasaporte vigente, y si no existen convenios de cruce libre con otras naciones, se debe tener Visa con vigencia temporal definida o en ocasiones permanente. Esta condición no se está dando, por tanto, lo que ocurre con la marcha de migrantes es un acto ilegal. Lo más irregular es que la ilegalidad del procedimiento está siendo permitido, impulsado, por nuestras autoridades que se convierten en cómplices de la ilegalidad.
Aceptemos sin conceder, nuestras autoridades actúan con sentido humanitario, dan apoyo a seres desvalidos que en su país sufren hambre y represión de malos gobiernos que en detrimento de los derechos humanos dañan a sus connacionales carentes de empleo.
Bien, muy bien la ayuda al prójimo, pero debemos preguntarnos los mexicanos: ¿es justo que nuestras autoridades apliquen recursos económicos y conculquen leyes migratorias teniendo en nuestro país más de 50 millones de connacionales en igual o peor condición que los extranjeros, muchos de ellos buscando el sueño americano sin ayuda gubernamental?
Yo conozco todos los países centroamericanos. En mis actividades empresariales he contactado a gobernantes y empresarios que viven no como millonarios, sino como monarcas. Antes de ayudar a los migrantes deberemos denunciar ante la ONU el maltrato o trato de esclavos que reciben los nacionales centroamericanos en su país.
Me entero por la prensa que para facilitar la marcha de los migrantes se les proporciona transporte gratuito, alimentos y en ocasiones hospedaje en refugios. Noble acción que merece reconocimiento, pero me entero también que, por la necesidad de viajar ligeros de equipaje, los migrantes dejan abandonado en el camino alimentos, ropa, agua embotellada y los despojos humanos que generan.
Creo se aplica en este asunto la sentencia: “Candil de la calle, obscuridad de su casa”. Si nuestras autoridades desean prestar ayuda humanitaria a seres indigentes, que atiendan primero los millones de miserables desposeídos mexicanos. Y si deciden aplicar recursos para ayudar a los centroamericanos, que se pongan en contacto con las diferentes organizaciones internacionales que dan ayuda a los países centroamericanos, todos con riquezas naturales de primer orden, mismas que les sacaría de la pobreza. Y no la triste pero hoy necesaria postura de migrante: viajeros a la muerte que encontrarán en el destino anhelado, donde no les quieren, trato hostil, superior al que se critica le dan algunos mexicanos que sienten injusto el apoyo despreciando nuestras leyes. ¡AGUAS!
Noviembre 4 del 2018 lmwolf@prodigy.net.mx Luis Martínez Wolf. |
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