NO TENEMOS nada contra el Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, absolutamente nada, ya que en nuestro caso –ignoramos si en otros también- ha sido respetuoso de la libertad de expresión que ejercemos y atento en otros asuntos que nada tienen que ver con cochupos o contratos publicitarios, y lo aclaramos porque no pretendemos que se interprete como campaña en su contra –o, incluso, hacia el entrante, Cuitláhuac García Jiménez- algunos conceptos que aquí se vierten. Son tan solo reflexiones en torno a sucesos que acaso pudieron ser mejores si quienes ejercen el poder escucharan o tuviesen asesores que les aconsejaran sin intereses mezquinos, y solo por el bien del Estado y de quienes dirigen las riendas políticas, sociales, económicas y de seguridad de millones de veracruzanos. Ni hay campañas –porque no las acostumbramos ni estaríamos dispuestos a prestarnos a un juego perverso como ese-, ni mucho menos consignas, de tal suerte que la opinión aquí plasmada es solo una visión personal, sin inducciones y, mucho menos complicidades, y sin afanes de intentar variar los conceptos de gobernanza que cada cual tiene. Tampoco somos dueños de la verdad absoluta, por el contrario, nos asumimos como entes con errores y aciertos, virtudes y defectos, y esto viene a colación porque hay quienes nos conminan a “bajarle” a las críticas a los personajes que tienen o tendrán el timón de la Entidad cuando, en realidad, no tratamos de denostar a nadie sino de verter lo que una parte de la sociedad nos comenta en comederos, cafés o encuentros sociales. Cada cual tiene su visión de gobierno pero nadie desea externarlo por temor a ser víctima de linchamiento o “congelamiento” político, y en ese tenor se van construyendo lo pilares de una sociedad acallada, silenciosa y aplastada que permite y deja hacer. Somos abiertos, por otro lado, a la crítica, porque de santos tenemos lo que Casanova de célibe.
ACLARADO LO anterior, es bueno decir que al Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares le pasó con los migrantes que arribaron a tierras veracruzanas como esos relatos del afamado Enrique “perro” Bermúdez en sus crónicas futboleras: “la tenía, era suya... y la dejó ir”, porque eso de prometer 150 autobuses de transporte para trasladar desde Sayula de Alemán a migrantes en su tránsito a la ciudad de México para luego decir que ¡siempre no!, por los problemas de desabasto de agua que enfrenta la capital del País, sí que fue un error garrafal cuando el mundo tiene puestos los ojos en el País ante la marea de centroamericanos que cruzan la república en un afán de internarse en los Estados Unidos, algo que a estas alturas será poco más que imposible. Yunes Linares, que pudo echarse al bolsillo el título de humanista al tender la mano a los hermanos de Honduras, Salvador y Guatemala es, ahora, criticado por mentir a quienes enfrentan violencia, persecución, hambruna y desempleo en sus lugares de origen, esto a poco menos de un mes de que concluya funciones, mientras que la alcaldesa de Córdoba Leticia López Landero que todos apostaban a que cometería fallas imperdonables contra los caminantes, se comportó con espíritu caritativo al poner no solo unidades de transporte sino dotarlos de alimentos.
TAL VEZ a Yunes le ordenaron de muy arriba dar marcha atrás a su promesa inicial por no informar en tiempo y forma de lo que pretendía, y en ese sentido se desistió de contratar 150 unidades del transporte de pasajeros para que los migrantes cruzaran Veracruz y Puebla hasta llegar a la ciudad de México o, en el peor de los casos, las líneas transportistas se negaron a darle crédito conscientes de que solo faltan 26 días para que entregue el poder, y si no pagó a empresarios que enfrentaban adeudos duartistas, menos a los camioneros que se verían obligados a cobrar a Cuitláhuac García Jiménez, y la historia inevitablemente se repetiría. Por ello, tal vez, la administración que se acaba ya no goza de buen prestigio crediticio, y se observa incluso, en el puente a desnivel que se construye frente a donde antaño estaba Aluminios en el Puerto de Veracruz, o concretamente, a la entrada del Nuevo Veracruz. La obra, aunque avanzada, se encuentra tácitamente detenida, de tal suerte que su terminación será heredada al próximo gobierno, ya que el actual sería imposible que la terminara. El problema estriba en que esa importante infraestructura es punto de descargue para cientos, miles de familias porteñas, y no terminarlo seguirá provocando severos conflictos de vialidad. Yunes había prometido hacerlo, pero le ganaron los tiempos y la derrota.
LO PEOR es que tras la arrepentida de dotar de unidades de transporte a los migrantes en tránsito, el gobernante les propuso instalarse en otro municipio más al sur, concretamente, en Coatzacoalcos, y ahora el Movimiento de Regeneración Nacional presupone que la intención era crearle un conflicto al municipio desgobernado por el morenista Víctor Manuel Carranza Rosaldo, en donde la situación es ya de por si conflictiva debido a la inseguridad y violencia que se respira. Por fortuna los migrantes no se tragaron el cuento del desabasto de agua en la capital del País y, por lo tanto, decidieron seguir su camino como pudieron, aunque preocupa que la caravana se haya difuminado y unos hayan tomado hacia Puebla por Córdoba y otros a la ciudad de México, ya que los primeros estarían cruzando una zona altamente riesgosa debido a la delincuencia allí asentada. Ni hablar, Yunes Linares debió cumplir la promesa vertida y acaso ahora, las criticas serían reconocimientos.
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DICEN QUE honrar, honra, pero en este caso no se trata de incurrir en vituperio sino de agradecer y reconocer a quien fue –y sigue siendo, sin duda- mi maestro de periodismo en el arranque de esta aventura sin fin, el profesor Pompeyo Lobato Ortiz que el pasado mes de Octubre cumplió 50 años de dedicarse a esta extraordinaria profesión. Oriundo de Gutiérrez Zamora, aunque asumió a Tierra Blanca como su patria chica, solar paralelamente de este reportero, Lobato Ortiz es, sin duda, uno de los grandes comunicadores del Estado, pues lejos de egoísmos siempre ha compartido sus conocimientos y destreza en la materia e, incluso, a sus amistades, ausente siempre de la mezquindad. Experto en el manejo de la palabra escrita, de Pompeyo podría escribirse un libro, pues lo mismo ha combinado la asesoría a gobernadores sin vanagloriarse, o comparte y departe con gente sencilla, campesinos, productores o ganaderos, otra de sus grandes pasiones. Vaya desde aquí un breve reconocimiento al maestro -de mis inicios- con cariño, pues la vida me ha permitido aprender, también, de otro grande como lo es el maestro José Pablo Robles Martínez, a quien conozco, traté y serví tras una entrevista que Lobato Ortiz me ordenó realizarle, lo que permitió cultivar en lo sucesivo su amistad y la confianza de dirigir en Xalapa sus empresas. Gracias a ambos. OPINA carjesus30@hotmail.com
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