Mucho se especula sobre el destino que tendrán algunos de los sonados casos de corrupción detectados en el presente sexenio y la suerte que correrán algunos de los actuales funcionarios que han sido vinculados a esos asuntos y a otros más.
Los reiterados señalamientos expresados por el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, sobre no ahondar en algunos temas pone en duda que algunos de esos personajes vayan a terminar sus carreras políticas en prisión.
Son muchos los personajes del actual gabinete que han sido exhibidos como probables responsables de actos de corrupción, unos más que otros, aunque han eludido se4r vinculados a esos eventos.
Desde siempre el principal sospechoso ha sido el todavía secretario de Comunicación y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, ubicado como el primero en ser llamado para responder sobre diversos actos, por lo que, incluso, se le pretendió blindar con el fuero del Congreso de la Unión.
No se logró hacerlo, lo que si se consiguió con otro de los villanos favoritos de la presente administración, Luis Miranda, principal operador político del peñismo desde su cargo de subsecretario de Gobernación y titular de SEDESOL, después.
Emilio Lozoya, ex director de PEMEX, sigue estando en la mira de los escrupulosos investigadores sobre el tema OBERDRECHT y se piensa que en poco se tendrán resultados sobre el tema de los cohechos.
Rosario Robles, titular de SEDATU y ex secretaria de Desarrollo Social es otro de los temas pendientes, con todo y que el Presidente electo la consideró como chivo expiatorio.
Claro que hay otros personajes cuyos nombres irán surgiendo en las semanas próximas y que no alcanzan el rango de secretarios, pero sí se encuentran ubicados en segundos y terceros niveles de gobierno.
Sin embargo, donde radica el mayor interés es saber cuáles de los gobernadores seguirán los pasos de los Granier, Duarte, Padrés, Reyna y Borge.
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