EN POLITICA, como en todos los órdenes de la vida, mantener “la palabra empeñada” es cumplir lo prometido, es dar concordancia al dicho con el hecho, porque “la palabra empeñada” pasa a ser ley, y al hacernos cargo de algo debemos responder a la expectativa creada y luego, mantener un protocolo de conducta que nos permita ser considerados personas creíbles. Suele ser común, sin embargo, que en la borrachera del poder o en el populismo extremo se prometan cosas sin previo análisis, como acabar con la inseguridad en seis meses, crear un millón de empleos, desterrar la pobreza y borrar por decreto la miseria extrema, terminar con los feminicidios, secuestros o asaltos porque se tiene la certeza de conocer el tema, pero al no cumplir lo prometido, quienes fallan se enfrentan, paulatinamente, a la permeabilidad de las cosas y de los hechos. Y es que la “relativización” del valor de la palabra (dar menos importancia a un asunto al relacionarlo con otros aspectos como: en todas partes hay inseguridad) derrumba las democracias, permea relaciones, da vida a demagogos y genera todo tipo de males que si no son considerados en un análisis personal de vida y actos, lo correcto pasa a considerarse obsoleto. Por ello, para el próximo Gobernador Cuitláhuac García Jiménez e, incluso, para el futuro Presidente Andrés Manuel López Obrador, lo ideal sería bajarle a las declaraciones hechas bajo el influjo “del pinche poder” -como decía el clásico-, pues algunas promesas como el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México están cayendo por su propio peso, además de otros asuntos que en campaña fueron determinantes para ganar la elección como el retiro de las fuerzas armadas de las calles y, en Veracruz, un gabinete de primer nivel.
Y ES que aún se recuerda cuando el pasado 12 de Julio, al anunciar los 50 puntos prioritarios de su inmediata administración -cuyo enfoque será el combate a la corrupción e implementación del Plan de Austeridad-, el ahora Presidente Electo de México advirtió que el gasto en publicidad oficial, uno de los temas que más se le cuestionó al actual gobierno peñista, tendrá un recorte en el próximo sexenio de hasta un 50 por ciento. “Van a desaparecer las áreas de comunicación que existen actualmente en todas las dependencias del Gobierno Federal y se va a concentrar toda la comunicación del Gobierno en una sola entidad a cuyo frente estará Jesús Ramírez Cuevas”, un personaje que fue cercano al escritor Carlos Monsiváis que fue quien lo presentó con AMLO. El tabasqueño delineaba, por lo tanto, una súper coordinación de comunicación elevada a poderosísima secretaría de Estado que, definitivamente, tendría severos conflictos para cumplir su tarea difusora sin los tentáculos que difunden desde las distintas dependencias. Ramírez Cuevas es un hombre muy cercano a López Obrador y, seguramente, será pieza fundamental en su Gobierno, como ya lo ha demostrado al contradecirlo o convencerlo de que el anuncio formulado no es el correcto, y en ese tenor, ha aclarado en diversos foros que las oficinas de prensa en las dependencias Federales no van a desaparecer como lo anunció su jefe: “vamos a seguir manteniendo la ventanilla, la atención de las dependencias pero con un personal mínimo, incluso, en redes cada dependencia tendrá su propio portal si no, no se cumpliría con la ley, con la transparencia”, esto a pesar de que Andrés Manuel había dicho que la centralización de la Comunicación serviría para evitar duplicidad de funciones. El pasado 21 de agosto, López Obrador había, incluso, reiterado: “van a desaparecer las áreas de comunicación que existen actualmente en todas las dependencias del Gobierno Federal. No va a haber una oficina de prensa en Gobernación, ni en Relaciones Exteriores, ni en Agricultura, ni en Pemex, todo va a tener que ver con la Coordinación de la Presidencia, se va a concentrar toda la comunicación del gobierno en una sola entidad”.
Y ES que de acuerdo al Presidente electo que dice mantener una muy buena relación con su antecesor, “el Gobierno de (Enrique) Peña Nieto se ha gastado 40 mil millones de pesos en un puñado de medios, un gasto que las organizaciones consideran es básicamente para comprar la línea editorial de periódicos impresos, televisoras y radiodifusoras, además de medios digitales”, y por eso anunció la reestructura total del aparato burocrático federal que incluirá la desaparición de todas las delegaciones federales para crear 32 coordinaciones y la eliminación de las áreas de comunicación social”.
APENAS EN Mayo pasado, el Presidente Enrique Peña Nieto promulgó la Ley General de Comunicación Social, conocida como #LeyChayote, en medio de reclamos de organismos internacionales y sociedad civil que le pedían no avalarla, pero con todo y eso lo hizo, de tal suerte que la legislación entrará en vigor el 1 de Enero de 2019, algo que tendrán que echar abajo los Senadores y Diputados, mayoritariamente de MoReNa que integran el Congreso de la Unión para poder cumplir medianamente sus promesas, conscientes de que un gobierno sin difusión de su obra o mensajes se desbarranca en el ánimo social. AMLO necesita de la prensa y la prensa de AMLO, y acaso el futuro coordinador de comunicación se lo ha hecho ver en tiempo y forma: “no podemos exigir a quien no pagamos”, porque como bien lo dijo en alguna ocasión el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, los medios de comunicación no son Entidades Públicas sino privadas, y el gobierno no está obligado a darles, y aunque los medios no le respondieron, lo cierto es que se la aplicaron: “como entes privados si no pagas no hay difusión, pues no somos tus empleados”.
POR ELLO Jesús Ramírez Cuevas le ha corregido la nota al Presidente electo: “se ha interpretado de manera exagerada que se van a cerrar las oficinas de comunicación social de todas las dependencias, eso es imposible; el Gobierno Federal requiere del área de Comunicación en cada Secretaría. No van a desaparecer, reitero, habrá una reducción de personal”, y qué bueno que existan personas que le hablen claro al futuro Presidente, pues se trata de ayudarlo y no decirle si, a todas las ocurrencias como sucedió en Veracruz, donde el gobernante en turno decidió por la confrontación con los medios, aun aquellos que nada tuvieron que ver en el aciago gobierno de Duarte, y se inclinó por dos o tres titiriteros o “gatilleros” que, muy tarde comprendió, carecían de la credibilidad necesaria para convencer a la sociedad, peor aun cuando sorpresivamente algunos cambiaron el estilo crítico a zalamero. En fin, los gobernantes deben tener junto a ellos a personas que les hablen con la verdad y no solo a partir de conveniencias para crecer, ya que no hacerlo, está demostrado, suele ser la tumba de proyectos futuros. Así de simple. OPINA carjesus30@hotmail.com
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