Cuando parecía que Puebla era el único conflicto poselectoral que podría ensuciar la jornada democrática del primero de julio pasado, aparecen negros nubarrones en el horizonte de resultados de esos comicios.
Se trata de cifras que cambian los resultados dados a conocer por el INE y que supuestamente transparentaban el proceso electoral que fue considerado casi inmaculado.
Es cierto que la elección de gobernador de Puebla fue impugnada por MORENA, por considerar inexplicable el porqué si el Movimiento de Regeneración Nacional ganó las principales alcaldías, la elección presidencial, el Senado y la mayoría de diputados locales y federales, no le alcanzaron los números para obtener la victoria en el gobierno estatal.
Hasta el momento las autoridades electorales no dan su veredicto final, el que puede tardar, ya que el cambio de gobernador será hasta diciembre, pero surgen otros conflictos poselectorales, por el giro que han dado los organismos electorales a los mismos.
Nuevo León atrae las miradas, ya que el ayuntamiento capitalino y el de la ciudad más poblada fueron reconocidos como victorias para los candidatos del PAN, sobre los priistas.
Sin embargo, la impugnación realizada por los tricolores permitió revertir el resultado, otorgando la victoria a los priistas por un reducido margen, lo que provocó la reacción airada de los panistas.
Claro que el triunfo dado a los priistas fue en una primera instancia, ante los tribunales locales y falta ver la decisión en lo federal, pero fue sacudido el avispero político que traerá consecuencias.
Otro giro se dio en la elección al ayuntamiento de Ciudad Juárez, donde primero se dio la victoria al candidato de MORENA, para revertir el resultado y otorgar el triunfo al independiente que busca la reelección.
En el Estado de México, las autoridades electorales le arrancaron 10 diputaciones a MORENA y en Guerrero el mismo partido fue afectado con la pérdida de dos.
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