¿PUEDE UNA persona perdonar con el paso del tiempo a quienes, injusta y arbitrariamente le arrebataron la vida a un familiar, llámense padres, hijos, hermanos o parientes muy cercanos, y olvidar, como si nada hubiese ocurrido o, en todo caso, como lo pide el Presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador: “no olvidar pero si perdonar” a los delincuentes que lo hicieron, y que siguen libres por la “gracia” e indolencia de autoridades que muchas veces les protegen por unos cuantos pesos? ¿Cabe en una mente agraviada el perdón para quienes se llevaron al padre, madre, hermanos o hijos, y en el peor de los casos, los asesinaron a mansalva sin que nada ocurra?. Tal vez resulta fácil para quienes no han enfrentado semejante afrenta y, peor aún, para los que han perdido la capacidad de asombro ante los más de 31 mil 174 personas asesinadas el año pasado, la mayoría por arma de fuego, 6 mil 615 más que en 2016, lo que representa un incremento del 27 por ciento y más del doble que hace solo ocho años, además de los 37 mil 435 desaparecidos contabilizados hasta la fecha por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, lo que sitúa a México por primera vez en la tasa de 25 muertes por cada 100 mil habitantes, por arriba del índice criminal de Colombia (24) y acercándose a la tasa brasileña (29), tradicionalmente muy superior, según datos de consultora InSight Crime. Por ello los ofendidos, tanto por la delincuencia como por la indiferencia de autoridades, seguramente no podrán perdonar y mucho menos olvidar, y acaso diariamente se lo estén recordando a López Obrador que les prometió justicia en campaña.
AÚN SE recuerda cuando el 16 de Enero del año en curso, el Presidente Enrique Peña Nieto dejó en claro que no puede haber “borrón y cuenta nueva” para la delincuencia, porque sería fallarle a la sociedad. Y eso lo dijo al inaugurar un batallón de infantería y una unidad habitacional militar en Jalisco, a cuyos soldados pidió no bajar la guardia en el servicio a la Nación. Y no fue una, fueron varias veces las que el Jefe de las Instituciones Federales consideró que sería traición a México y a la sociedad perdonar a los criminales, sean secuestradores, tratantes de personas, huachicoleros, asesinos o asaltantes violentos, postura asumida días después de que el, entonces, candidato de MoReNa a la Presidencia y ahora Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador propusiera ofrecer amnistía a ciertos integrantes de la delincuencia (campesinos que siembran drogas o jóvenes desorientados entre otros que les sirven), para quienes Peña dijo que tampoco puede haber “borrón y cuenta nueva”, pues indicó que “dejar hacer y dejar pasar a los criminales, significaría fallarle a la sociedad y traicionar a México”. Por ello dejó en claro que el combate a la delincuencia continuaría hasta el término de su administración con la presencia de las Fuerzas Armadas como respaldo subsidiario y temporal, en tanto las Entidades Federativas logran fortalecer y consolidar sus corporaciones policiales, en una respuesta responsable a la amenaza que representan ciertos grupos que agravian de por vida a la sociedad. “Es una muestra del compromiso del gobierno Federal con la vigencia de la legalidad y el Estado de Derecho”, destacó entonces, y acaso no le falta razón.
PORQUE MEXICO no quiere “ni perdón ni olvido” sino actos responsables donde se imponga la ley por igual a todos, sin privilegios ni componendas, y aunque Andrés Manuel López Obrador admire al oaxaqueño Benito Juárez García, no debe usar bajo ninguna consigna el principio juarista de que “a los amigos justicia y gracias, y a los enemigos justicia a secas”, porque eso se traduce en impunidad, ya que la “gracia” es el don o favor que se hace sin merecimiento particular y concesión gratuita; es la benevolencia y amistad de alguien; es el perdón o indulto de pena que concede el poder omnipotente, y esto que se hizo una costumbre, sin ser Ley, tiene origen en la Edad Media europea, donde se diferenciaba al pueblo llano de los nobles que estaban exentos de impuestos, quienes gozaban de privilegios de orden penal y no sufrían prisión por sus deudas. Y es que el pueblo que votó por AMLO lo hizo en busca de justicia, y no para que todo quede como antes, y eso lo sabe el tabasqueño que el martes se enfrentó en Ciudad Juárez a quienes exigen respuestas claras en la búsqueda de sus familiares y no solo discursos o reparación del daño, como lo propone la virtual titular de Gobernación, Olga Sánchez, pues la vida de un ser humano no tiene precio.
EN MÉXICO, definitivamente, ya no puede consentirse la justicia y gracia para los amigos, como ha ocurrido con la profesora Elba Esther Gordillo, a quien tras 5 años y 6 meses de prisión le expresaron el clásico “usted disculpe”, justo horas antes de que López Obrador recibiera la constancia que lo acredita como Presidente electo de México, lo que huele a coincidencia pero, también, a favor muy personal del que se va para el que llega, más aún cuando la ex dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, ha dicho, vía su abogado defensor Marco Antonio del Toro, que será hasta el próximo lunes 20 de Agosto cuando ofrezca conferencia para definir su postura, cuando, conociendo el carácter de la ex lideresa lo pudo haber hecho al momento, salvo que la cárcel la tornara tolerante y condescendiente, lo que no se explicaría si se toma en cuenta que fue absuelta de todos los delitos, esto es, declarada sin culpa alguna.
SOLO PARA tener una idea de lo que está ocurriendo, basta señalar que en los primeros seis meses de este año, el País acumula 15 mil 973 personas asesinadas y casi ningún detenido por esas causas, la suma más alta desde que hay cifras oficiales, desplazando al primer semestre más violento de 2011. Los asesinatos registrados de Enero a Junio dieron paso a la apertura de 13 mil 738 carpetas de investigación por el delito de homicidio doloso en todo el país, mientras que 37 mil 435 personas siguen desaparecidas, en tanto Andrés Manuel López Obrador, Presidente electo de México hace un llamado “al perdón, no al olvido”, algo que la sociedad que busca a sus familiares no entiende, porque perdonar significa de antemano olvidar. Dicen los expertos que perdonar a los demás o perdonarte a ti mismo te libera del pasado y te permite cumplir con tu verdadero potencial, pues el perdón permite liberarte de las creencias y actitudes limitantes. Libera tus energías mentales y emocionales para que puedas aplicarlas a la creación de una vida mejor, aunque otros sostienen que si bien el perdón es la acción por la que una persona disculpa a otra un hecho considerado como agravio, renunciando eventualmente a vengarse o reclamar un justo castigo o restitución, y optando por no tener en cuenta la ofensa en el futuro, éste no debe confundirse con el olvido del perjuicio recibido. A ver qué pasa con la nueva personalidad del apóstol AMLO. OPINA carjesus30@hotmail.com
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