"En una democracia, la ciudadanía no puede dimitir de la obligación de observar y controlar críticamente a aquellos en quién ha confiado" (Daniel Innerarity).
Quiero comenzar este texto, asentando algo que a mí me parece evidente el buen gobierno lo es porque contiene cinco factores de virtud política: legalidad, legitimidad, potestad, efectividad y gobernabilidad. La buena oposición requiere tener 7 factores: asertividad, respetabilidad, realismo, paciencia, sensibilidad, dignidad y, sobre todo, seriedad.
Creo, con todo respeto, que la desigualdad social no va a desaparecer de un plumazo, esto es, con la aniquilación de las políticas sociales en beneficio de las mayorías pobres de México; tampoco se avanzará en el propósito enunciado, si desalentamos la necesaria participación de los sectores público y privado en la tutela del apoyo social que hoy necesitan los mexicanos más vulnerables; más de 50 millones de seres humanos.
Creo que la respuesta a este dilema debe ser alcanzar el desarrollo equilibrado. Lograríamos avanzar sin renunciar a postulados históricos de nuestra vida nacional.
Está en formación un nuevo gobierno y, quizá, la construcción de otro régimen político, el efecto de las primeras propuestas y reuniones general e impresión de que ya estamos frente a un gobierno en operación.
Así se ha manejado el mundo informativo, porque lo importante es lo que pasa en las oficinas de la colonia Roma; la nota la da diariamente AMLO. El interés informativo de lo que sucede en Los Pinos ha bajado a niveles mínimos. Llegaron las propuestas de reforma con una lógica transversal, terminar con los privilegios e instalar la República de la Austeridad. El reacomodo de intereses, para que sea creíble, tiene que empezar por arreglar la casa. AMLO afirma con mucha seguridad en primer lugar, un gobierno austero en donde se terminarán los altos sueldos,bonos especiales, seguros privados y todo lo que a lo largo de muchas administraciones ha logrado conseguir la alta burocracia. Se anuncia una reestructuración de todo el aparato administrativo, que fusionará áreas, cancelará subsecretarías y suprimirá delegaciones en todos los estados. Se presentó además un listado con 50 medidas de austeridad.
Se pretende un reacomodo de la administración, volver a tener una Secretaría de Seguridad Pública y encuadrar al Estado Mayor Presidencial dentro de la SEDENA.
Se ubican las propuestas para empezar a cambiar reformas y decretos, como las leyes de la reforma educativa y las reglas de privatización del agua. En materia educativa se propone garantizar el derecho a la educación en todos los niveles de escolaridad; se anuncia que se crearán 100 universidades públicas.
Se anuncian propuestas para legislar figuras de una democracia participativa como la revocación de mandato y las consultas populares. Esperamos que estos instrumentos participativos no generen más ruido que ventajas, porque un uso irresponsable puede ser caótico.
La República de la Austeridad va a generar un fuerte reacomodo y mucha incomodidad.
Celebro y aplaudo que AMLO, tenga la idea del gobierno austero, los excesos con cargo al erario eran, siguen siendo una grosería para los contribuyentes, especialmente los más pobres.
En esto a diferencia de otros temas, me encanta la disciplina fiscal. Mi reconocimiento a que AMLO vaya a quitar estos lujos. Quizá no signifiquen enormes ahorros, pero es un gesto valioso para todos los ciudadanos.
Qué bueno que el próximo gobierno vaya a ser austero. Pero hay que evitar que lo barato salga caro. Ese, me parece es el reto.
No sólo abaratar los costos del gobierno, sino además mejorarlo. Recortar es lo fácil; entregar buenos resultados lo difícil.
En los hechos, lo que tendremos el próximo primero de diciembre es un gobierno altamente centralizado en torno al Ejecutivo, qué concentrará en sus manos y en la de su estructura más cercana, un poder como no ha tenido ningún otro mandatario desde los años 70. Será sin duda, por lo menos, en términos presupuestales, un ahorro importante, pero el costo en eficiencia puede ser muy alto, habida cuenta de que en esos trabajadores de confianza es donde suele recaer el verdadero trabajo de fondo, no el burocrático.
Creo es importante decir que, de entrada hablar de la cuarta transformación del país, equiparando este momento con la Independencia, la Reforma y la Revolución, no es exactamente humilde ni sencillo.
Transformación hacia un país más justo, más equitativo, donde la riqueza se distribuya mejor, donde el ingreso y el salario le ofrezcan garantías de subsistencia mucho más arriba de la dignidad esencial.
Con 30 millones de votos, control del Congreso la decisión de refundar a la nación, AMLO anuncia medidas de austeridad y anticorrupción que generan dudas en torno a la operación del gobierno. Nunca engañó a nadie, siempre habló de que acabaría con privilegios, descentralizaría dependencias. Muchos servidores públicos votaron por Morena y hoy se llaman sorpresa. Y no hay engaño. El desprecio hacia los servidores públicos es parte del enojo de muchos ciudadanos. No se valora su función, ni su trabajo, ni sus horarios, ni su dedicación. Quizá por desconocimiento, quizá por los actos de corrupción en que muchos incurrieron. No se valora que pese a todo, las instituciones funcionan gracias al trabajo de miles de servidores públicos que cumplen, resuelven situaciones.
No llegan borrachos a sus trabajos, ni viven en lujo y con excesos. Son servidores públicos que sirven a la sociedad, viven de un salario. Como servidor público, me preocupa formar y preservar el capital humano su permanencia para evitar las costosas curvas de aprendizaje asociadas a la alternancia. Estabilidad y operación adecuada es lo que estos cuadros aportan a la gobernabilidad. No son políticos, muchos son
apartistas. Los empleados de confianza registran mayores responsabilidades, cargos de trabajo, que los de base, sin demeritar a estos. Reducir ingresos, terminar con prestaciones, desde luego atenta contra los derechos laborales.
Esa fue la bandera para tutelar a los maestros disidentes en campaña. Parece hoy derechos laborales se harán a un lado. Pero la furia popular pide incluso más castigo.
Ningún miembro del gabinete propuesto se queja de la disminución del salario. Legisladores de Morena bajarán dieta y prestaciones. Se acabaron los gobernadores fuertes.
Sin mayoría en sus congresos locales y con una nueva figura de vicegobernador enfilada a ganar elecciones, se verán anulados en la conducción de sus entidades, pese a ser electos. Las funciones y personal de las delegaciones se compactará, pero no desaparecerá. No es austeridad, es control político. Al parecer el control vertical se impondrá, no hay muchos contra pesos.
Ay pues más dudas que certezas. Abona qué no habrá deuda ni más impuestos, y se mantendrá disciplina fiscal. No hay pues, ningún engaño. AMLO piensa cumplir con su compromiso.
En estos días se han anunciado cambios tan profundos en la administración, en la política y hasta en el futuro de la vida cotidiana de la gente que en algunos casos ha generado expectativas, esperanzas, pero en otros comienzan a provocar temores fundados. De todo lo dicho, hay que quedarse con los programas sociales y la certidumbre financiera. Es lo que puede marcar realmente la diferencia a corto plazo. Ante otros anuncios, como la política de seguridad, habrá que esperar para diferenciar entre dichos y propuestas concretas. Faltan 4 meses para el cambio de poder. Hay tiempo de reflexionar, de ajustar, de no sufrir desgaste con tanta anticipación. Y, sobre todo, de aprender que las medidas generalizadas y absolutas son dramáticas, pero casi nunca eficientes.
El anuncio que ha hecho el virtual Presidente electo AMLO de desaparecer las delegaciones en los estados de las dependencias del Gobierno Federal ha sido uno de los temas más controvertidos del período poselectoral.
Dicho eso, algunos comentaristas se han preguntado con razón, digo yo, si la eliminación de las delegaciones federales de un plumazo, para sustituirlas por una sola " coordinación general de programas federales” no hará que se pierda la especialización que se ha logrado con el tiempo y la atención sobre asuntos particulares.
Con las elecciones locales en 2019 en 5 estados, Aguascalientes, Baja California, Durango, Quintana Roo y Tamaulipas, pronto se sabrá si esta propuesta sólo busca combatir la corrupción y reducir el gasto público o se trata de algo más.
Los críticos de la creación de las "coordinaciones generales" a cargo de políticos ligados con tareas electorales en Morena, han dicho que se trata de crear la figura " proconsul" o gobernador informal qué pase sobre los mandatarios estatales para aplicar las políticas de Gobierno Federal y llevarse el crédito de los beneficios sociales.
Se necesita la mirada de los ciudadanos para que los funcionarios no pierdan la vista, ni la cabeza. Si no ciudadanizamos la política nunca saldremos del bache. |
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