Cuando Jesús nació en Belén de Judá en días del Rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos Reyes Magos. Diciendo: ¿ Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el Oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, El Rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron. En Belén de Judá; porque así está escrito por el profeta. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Entonces Herodes, cuando se vio burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños menores de 2 años que había en Belén y en todos sus alrededores.
Hace unas semanas el mundo entero quedó horrorizado de ver a miles de niños inocentes prisioneros en jaulas de animales separados de sus padres, solos, revueltos y amontonados purgando una injusticia y lacerante condena por el hecho de ser hijos de migrantes ilegales, donde su único delito había sido querer servir, trabajar y crecer en un país que en el pasado ofrecía libertad y oportunidades para todos.
Las denigrantes escenas que vimos en las redes sociales, en los noticieros y diarios de los niños prisioneros en un campo de concentración, nos trae a la memoria aquel pasaje bíblico llamado: "La masacre de los inocentes" en el que el tirano Herodes rey de Judea, manda a encarcelar y matar a todos los niños del reino para que no viviera el Salvador.
Y así la sagrada familia se convierte en una familia migrante ilegal que busca refugio en la tierra de Egipto, huyendo de las garras y el terror del perverso Herodes, nada lejos de la actual realidad que viven los niños y las familias migrantes con el emperador Donald Trump.
Pero más desesperante es la tibieza, la indiferencia y la ignorancia de los gobiernos que deben defender a sus ciudadanos en situaciones de violencia y peligro; en dónde está la protesta de Guatemala, Honduras y El Salvador. ¿Por qué México protestó hasta ahora que se dio a conocer este maltrato?, ¿En dónde quedó la defensa consular que por ley merecen esos niños y esas familias por parte de sus países? ¿Para qué sirven estos gobiernos si no pueden defender a sus niños indefensos de siniestros verdugos inhumanos?
Según el gobierno de México, señala que solamente existen 22 niños mexicanos entre los miles que están prisioneros, dudo determinantemente qué esa información sea verídica, según el "Tema de Unidad Familiar y Aprensión de Niños Extranjeros no Acompañados", 11 mil 926 menores eran mexicanos, cómo puede ser posible que solamente tengan detectados a 22 niños mexicanos entre una multitud impresionante de niños enjaulados. Todos los mexicanos deseamos de todo corazón que solamente sean 22, pero los números, las estadísticas y la lógica nos dicen otra cosa qué habrá que corroborar.
El nuevo gobierno mexicano tiene qué ser más enérgico, debe estar mejor preparado, debe fortalecer su red protección consular con especialistas y abogados defensores que garanticen seguridad y protección a nuestros hermanos migrantes mexicanos, debe implementar mejores estrategias jurídicas y diplomáticas y debe nombrar excelsos diplomáticos al frente de la cancillería, la embajada y los consulados en Estados Unidos, para hacer frente a esta ola de terror migratorio en el que prácticamente tenemos acéfala nuestra Embajada Mexicana en Washington.
Ante la presión internacional Donald Trump cedió y decretó unir a las familias detenidas y no volver a separarlas, hay para mí algunas lecciones, su fundamentalismo racista está convirtiendo a Estados Unidos en un país aislacionista, amurallado y encerrado que tarde o temprano la comunidad internacional lo tratará como un islote oscuro y tenebroso en el que no tendrán otra alternativa que ponerlo en cuarentena.
Cambiando de página, he dicho ya que los mexicanos no beberemos la cicuta. El combate a la corrupción sigue siendo una deuda pendiente y una prioridad en todos los ámbitos de la Administración pública. El tema es una de las principales exigencias de la sociedad, y cualquier acción que permita cerrar la llave a la deshonestidad, a la impunidad y a la simulación en el manejo de los recursos gubernamentales, siempre será bienvenida, por lo que entre más rápido se incrementen y eficaces sean los resultados en materia de transparencia de cuentas, serán mejores.
Lo que nos llama la atención es que unos meses de que concluyan los trabajos de la LXIII Legislatura e igualmente a meses de que el poder Ejecutivo, entregue cuentas por cierre de gestión, ahora sí exista el empeño e interés por combatir la corrupción en las compras gubernamentales y hasta anden organizando foros, con la idea de modificar las leyes de Adquisiciones y Obras.
México enfrenta un momento fundamental en la historia moderna, donde las ambiciosas y fundamentales reformas estructurales no alcanzaron para demostrar a la ciudadanía camina en una ruta de crecimiento y desarrollo sólido, parejo para todos los mexicanos, con beneficios para todas las familias.
La prometida bonanza no llegó. Las reformas derramaran beneficios, si no son desviadas, torcidas, descafeinadas en la próxima administración, a lo largo de los siguientes 8 a 10 años.
El compromiso es acabar en el próximo sexenio con la pobreza extrema en la que viven 9.4 millones de mexicanos. Prospera, el programa más importante de las últimas administraciones y al que sólo se le ha cambiado el nombre, se mantendrá porque llega a millones de personas, pero qué se tiene que escalar con nuevas vinculaciones, tambien se les puede incluir con una beca para los niños que vayan bien en la escuela, y así buscar la forma de mejorarlo, ya que simplemente se trata de un apoyo económico individual, que sólo sirve para el consumo. Además pretende darle un grito a la política social en distintos sentidos: es hacerla más territorial, con programas productivos para dejar poco a poco los asistenciales y conjuntar esfuerzos de las distintas dependencia, así como de los tres niveles de gobierno, municipal, estatal y federal. Recuerde el costo no entender (o no querer entender) la realidad para un político es perder el poder, extraviar su legado, no dejar huella o hacerlo por las malas razones. El voto
de castigo es un elemento de toda democracia que funciona. La factura que el ciudadano cobra cuando le llega el momento de hacer las cuentas. Pero esto es lo que fué y lo importante ahora es lo que vendrá.
Porque es virtud entender un estado de ánimo "colectivo" para tener una campaña exitosa y ganar una elección.
Otra muy distinta es entender lo que hay que emprender para hacer funcionar el aparato de gobierno para la consecución de un objetivo. Y este es el reto que tendrá de frente el próximo presidente de la República. Entender. No sólo el ánimo social, sino los resortes que pueden generar un cambio positivo para el país. Una respuesta al ánimo social, no con palabra, con hechos.
Tendrá que entender al país en toda su complejidad para tener un gobierno exitoso.
Necesita entender que cada problema identificado necesita una respuesta de política pública que sea efectiva. Y entre una cosa y otra media una inmensidad. Entender que la presidencia de hoy es la misma qué hace unos años; que el poder, la toma de decisiones los recursos están distribuidos en distintos polos que debe articular de manera que funcionen tras un objetivo. Necesita traductores en el ámbito de lo técnico para que las realidades que él conoce se traduzcan en respuestas públicas responsables y eficaces. Por eso es tan importante el equipo que convoque.
Que se mire en el espejo de sus antecesores. No entendieron que el país ya no jala por la sola voluntad de un gobernante.
La legitimidad es una divisa que gana valor o lo pierde según los resultados. No es propiedad del gobernante sino del ciudadano que la otorga. |
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