HABLAR DE futbol siempre nos pareció aburrido, innecesario y trivial. En principio debo confesar que no soy aficionado al deporte de las patadas, que no soporto ver a 22 adultos vestidos de niños bobos persiguiendo un balón cual si fueran mininos tras la bola estambre. Han sido muchos los amigos que me han invitado a presenciar un partido de primera división o, incluso, una final, pero prefiero perder el tiempo en una buena charla frente a una copa de exquisito vino tinto acompañado de algún manjar, que es lo de menos, sino la grata compañía y el intercambio de ideas. Debo confesar que este domingo no pensaba ver el encuentro entre México y Alemania: ¿para qué? Me dije. Vamos a jugar como nunca y a perder como siempre-, pero mientras me alistaba para salir a desayunar en familia, alguien puso el televisor, precisamente, a segundos de que la escuadra mexicana metiera el primero y único gol de la competencia y con cierta amargura exclamé, como seguramente muchos miles o millones de mexicanos: -ya metimos el primero, ahora a esperar que nos marquen cinco o seis, pero con todo y ello decidí pegarme un rato al televisor a presenciar las jugadas de antología, las consiguientes fallas en el remate y aciertos en la contención de goles por parte de Memo Ochoa, un joven portero serio cuya vida ha estado exenta de escándalos, como debe corresponder a un deportista que, por otra parte, gana muchos millones por dar el espectáculo a seguidores. Mal haría, por lo tanto, en defraudarlos y sería imperdonable que lo hiciera, y este domingo demostró que sabe desquitar lo que le pagan.
PERO SI bien estamos imbuidos en tiempos futboleros y la selección nacional nos dio una alegría multiplicada por mil -no porque haya metido un solitario balón a las redes contrarias sino que lo heroico estriba en que le ganó al campeón del mundo, a la invencible escuadra Alemana-, también, estamos en temporada electorera, y con el resultado obtenido quedó demostrado que nada es imposible, y que en política los campeones que parecen invencibles tal vez puedan ser derrotados, aunque esto solo ocurre cuando hay voluntad, unidad y se cree en los proyectos que se representan.
ACTUAMENTE EN México Andrés Manuel López Obrador pareciera ser el equipo Alemán, el invencible, el que aventaja al resto de las escuadras que preocupadas en denostar se han olvidado de la propuesta, de sumar fuerzas con otros equipos, de agigantar la oferta y acaso en ello estén cavando la derrota. Hay de antemano un espíritu derrotista y, lo peor es que militantes de otros partidos como PRI y PAN se están sumando al proyecto de AMLO como presintiendo el triunfo de éste y el hundimiento propio. Lo hemos dicho hasta la saciedad: hay muchos que se han ido porque como los indeseables roedores saltan del barco cuando sienten que éste se hunde, aunque otros lo hacen por indiferencia de sus dirigentes que deberían sumarlos como antaño, dándoles juego político, participación y proyección; arrebatar los partidos de manos de unos cuantos y entregarlos a las mayorías para que definan estrategias y triunfos, pero muchas veces se impone la traición y la venganza.
ES MENESTER aclarar que ni Hernán Cortez era un moderno Leónidas -Rey espartano que frenó por unos días al imperio persa en las Termópilas acompañado de solo 300 hombres-, ni los aztecas unos cobardes para rendirse. En realidad, en la conquista de Tenochtitlán se impuso si bien no la traición de las tribus o pueblos que desde su desembarco fue conquistando el capitán extremeño, si el rencor que sentían contra los mexicas por los enormes tributos pagados y las afamadas “guerras floridas” que no eran otra cosa que un pretexto para capturar a cientos, miles de soldados rivales para ofrendarlos a sus dioses, y que a fuerza de ser ejecutados a la intemperie y arrojados sus despojos a “pozos sagrados” fueron infectando o contaminando el hábitat y, consecuentemente, la salud y resistencia de los originales, tornando el ambiente peligroso para su propia salud cuando los españoles arribaron, incluso, con viruela.
CORTEZ DESEMBARCÓ con solo 518 infantes, 16 jinetes y 13 arcabuceros en la costa mejicana en 1519, pero en el camino perdió a varios soldados, de tal suerte que en su arribo a la gran Tenochtitlán solo eran 400 españoles (insuficientes para derrotar al imperio Azteca) y un total de 1 mil 300 guerreros y 1 mil porteadores (ordinarios) indios, que se abrieron camino a la fuerza hasta la capital. En suma, con las alianzas de Cortez, bien se puede decir que la conquista de México se convirtió, de algún modo, en una guerra de liberación de los pueblos mexicanos frente al dominio azteca, algo que, se quiera o no aceptar, lo está representando López Obrador, aunque queda claro que si sus contendientes mandan un mensaje de unidad –sean de los institutos que fueren- en lugar de estarse destruyendo, AMLO la pasaría muy mal.
Y ES que, dicen los historiadores que además del odio común contra el terror sembrado por los aztecas, el conquistador extremeño percibió otros síntomas de debilidad en el sistema imperial y los explotó hasta sus últimas consecuencias: Moctezuma II –considerado un gran monarca debido a su reforma de la administración central y del sistema tributario (cualquier parecido con Enrique Peña Nieto es pura coincidencia) se dejó seducir, como las serpientes, por Hernán Cortez y fue claudicando ante sus palabras, en muchos casos con veladas amenazas, hasta terminar cautivo en su propio palacio, siendo ayudado por algunos pueblos que decidieron sumarse al español hartos de la violencia y el sometimiento.
EN FIN, este encuentro del México-Alemania deja, sin duda, muchas enseñanzas, y acaso por andar tan distraídos en los botines de los jugadores olvidamos que el País camina muy de prisa, y que el día fue propicio para que los prófugos se confiaran y salieran de su madriguera, y en ese tenor, tras el partido de Futbol, cuando salía de un restaurante Sanborns de la Ciudad de México, Luis Ángel Bravo Contreras, el ex Fiscal General del Estado fue capturado tras festejar el Día del Padre. La aprehensión, tras ser vinculado a presunta desaparición forzada, se da a escasos 14 días de los comicios para elegir Gobernador del Estado y diputados locales, y acaso era la puntilla que necesitaba el actual régimen para tratar de ganar votos mediante el argumento de combatir la corrupción. Por lo pronto, hoy estará ante un juez de proceso en Pacho Viejo, donde, seguramente, le dictarán un año mínimo de prisión preventiva, en tanto otros ex funcionarios de la fiscalía cambian de guarida. Así las cosas. OPINA carjesus30@hotmail.com
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