Son diez los días que quedan para que los candidatos presidenciales puedan convencer a un electorado reacio, para que acudan a las urnas y voten en su favor.
10 días en que las acusaciones, las traiciones, los señalamientos, promesas, acusaciones e intentos de coacción y compra de votos se multiplicaran y pondrán en jaque a las autoridades.
Ese mismo tiempo servirá para que las autoridades se pronuncien sobre las distintas acusaciones judiciales que versan sobra cada uno de ellos y sopesar qué tanto es simulado y cuál o cuáles de ellas son verdaderas, para evitar sospechas de todo tipo.
El último trecho de las campañas es el más difícil, cerrar con todo y conseguir de lo que se careció en un inicio o en el desarrollo de las mismas.
Los cierres de campañas se presentan en forma multitudinaria, tratando de convencer que los 20 ó 30 mil concurrentes a un evento son suficientes para ganar unos comicios.
Uno a uno los cuatro aspirantes presidenciales recorrerán el país, asegurando que el respaldo con que cuentan será suficiente para su eventual victoria.
Cada uno de esos candidatos trata de mostrar el músculo de la fuerza que lo posicionará para conseguir el respaldo requerido en las urnas.
Sin embargo, hay algo que inquieta a la ciudadanía, el convencer del triunfo del que lo consiga.
Dos elecciones han sido consideras como fraudulentas en tiempos recientes, aunque no se pudo confirmar esta tesis: la de 1988, con la victoria de Carlos Salinas y la de 2006, que le otorgó el triunfo a Felipe Calderón.
En ambas quedó un tufo a podrido, situación que no deberá presentarse en esta ocasión, en que el ganador y los vencidos deberán mostrar la madurez suficientes de reconocer una y otra realidades.
LIGEREZAS…¿La victoria alcanzada en fútbol será suficiente vitamina para que los candidatos presidenciales sembrados en segundo y tercer lugar alcancen al primero? Por lo pronto, el candidato del PRI llama al voto útil y responsable, considerando que se le puede ganar al favorito.
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