Quiero decir que nunca antes me percaté, que como cuando uno opina de fútbol porque es pleno mundial pero no tiene ni la más pintoresca idea qué hace un volante, un media punta. Me da la impresión de que el análisis del devenir electoral se ha vuelto más denso últimamente. Me permitiré, sólo para remar contracorriente en el río de las analogías antes de la temporada dónde será el mundial en Rusia, cambiar de terreno y preguntar, si necesitamos a un presidente, gobernador o a violinistas para gobernar el próximo sexenio. Presten atención. Hace poco tiempo, en uno de estos programas de análisis, le dio a algún interlocutor por comentar que un presidente o gobernador es como un director de orquesta. Me permito tomar prestada esa figura porque difiero de lo que se comentó después para alimentar la analogía y creo poder llevarla a mejor puerto. Para que este ejercicio de retórica no nos meta en mas embrollos, habrá que entender también qué es lo que hace un director de orquesta.
Usted sabrá que se trata del hombre o mujer que se sitúa en una peana frente a todos los músicos, sostiene una batuta y mueve las manos como si estuviese amasando el aire.
Pero, ¿ hay algo más que agitar las manos?, si cada músico en la orquesta es elegido por su virtuosismo y tiene frente a sí una partitura donde dice exactamente qué nota tocar durante cuánto tiempo, ¿ no bastaría con contar un compás de entrada para que todos fluyan y suenen majestuosamente las sinfonías? No necesariamente. La interpretación de eso que está escrito en los papeles hace toda la diferencia. El director establece la velocidad y ritmo, intensidad o volùmen con que se toca determinada frase y, aún más importante, las emociones e intención que han de imprimirse colectivamente al tocar. De ahí que piense qué se trata de una analogía muy pertinente para ayudarnos a elegir a nuestros gobernantes.
El Ejecutivo Federal y gobernadores hacen algo más que amasar el aire y proferir discursos frente a sus familias de instrumentos. Debieron haber estudiado la ejecución de un instrumento durante toda su vida o se trata de una labor más integral. Necesitamos, a reserva de su mejor opinión, líderes que entiendan cómo se tocan todos los instrumentos pero que tengan un liderazgo y a unos miembros de orquesta que nos aporten confianza.
Cierto es que hace falta mucha pasión para ser director de orquesta, y que queremos que le imprima a la ejecución ciertas emociones, intención y determinado conjunto de valores.
Pero las emociones y buenas intenciones no reemplazan la técnica. ¿Confiamos en qué, cuando baja del templete, escuche a sus arreglistas, se siente con el violín, el oboe, la trompeta, los timbales con el fagot y la flauta para construir una estrategia para abordar los paisajes complicados de la pieza? La duda está en el aire qué marca su batuta para saber si esos conocimientos con los que se ostentan son suficientes.
Si no lo he confundido al hartazgo hasta ahora, entenderá que el presidente y gobernadores como directores de orquesta es un cargo complicado. Un amigo sostiene que la combinación
de emoción y técnica es un equilibrio diminuto y raro en los directores de orquesta. Cita con autoridad a Carlos Kleiber, entrañable director qué agitaba las manos con pasión y cuyos ensayos con orquesta son harto interesantes por la profundidad con la que conocía la música. ¿Qué directores queremos nosotros?
Buscamos un líder que estudie la obra que va a tocar como nadie, que la conozca incluso antes de empezar ejecutarla. Que conozca a sus músicos, confíe en ellos y logre persuadirlos en el ritmo y la intensidad. Son tantos instrumentos qué, aunque haya buenos instrumentistas, no pueden ejecutarse solos al mismo tiempo.
Priorizar, en el contexto harto conocido de escasez de recursos, es la tarea más importante a mi entender. "El director administra la música en el eje del tiempo".
Quiero asentar algo que a mí me parece evidente, respetemos a los demás, aunque sea sólo por respeto a nosotros mismos. Como nunca, la frase y los libros resultan indispensables para reflexionar acerca de lo que nos está sucediendo con el proceso electoral en México.
No solo estamos ya abrumados, saturados de información de las distintas campañas, cuyos publicistas seguramente fueron discípulos del Marqués de Sade o El Conde de Masoch y no de Marshall Mc Luchan. Estamos también inundados por encuestas, o mejor dicho por las cifras que las encuestadoras y sus clientes quieren que veamos.
Y claro que algunas de esas casas son muy serias y respetables,pero hay otras que son más bien de mala nota. Sumemos a lo anterior la cascada de noticias falsas, distorsionadas y manipuladas que nos saltan por doquier. Añada a lo anterior a los propagandistas pagados y tendrá usted completo, querido y fino lector, el deprimente panorama que enfrentamos. Las encuestas son, lo dice cualquier especialista en la materia, fotografías del momento, instantáneas. Wheeler ilustra muy bien el dilema que enfrenta la demoscopia y quién quiera orientarse a partir de ella; a los riesgos de la metodología hay que sumar el posible sesgo de los encuestadores.
Creo que a estas alturas lo que necesitamos es un mínimo de sentido común y sobre todo de decencia elemental.
Lo he señalado en otras colaboraciones, el campamento de AMLO cuando perdió la elección de 2006 fue terrible porque además de contar con el apoyo del gobierno local, ocasionó la quiebra de negocios y afectó movilidad. La amenaza de que si hay fraude es decir, sí AMLO así lo percibe, se soltará el tigre y él no contendrá, generó un fuerte cuestionamiento de la opinión pública.
Aunque ya se da por ganador, AMLO sabe que mostrar capacidad de movilización refuerza esa percepción y pone en la balanza el riesgo de estallidos sociales. Hasta circulan videos en redes que lo ilustran.
La CNTE vive de negociar prerrogativas. Sus dirigentes saben cómo actuar, conocen sus tiempos y ventajas. Se dedican de tiempo completo, viven, de forzar negociaciones.
Así pues decidió retomar la lucha para recordar que sus peticiones siguen vigentes, liberar a maestros incluidos los que estén detenidos por delitos del fuero común y no por los daños qué ocasionan cuando se movilizan. Hoy el objetivo es la Reforma Educativa, su abrogación.
La Reforma Educativa, de rango constitucional fue la vía para abolir prácticas indeseables de los sindicatos sobre sus agremiados. Desde luego una reforma que privilegiará el mérito propio y no la calificación del sindicato que nada tenía que ver con desempeño académico, afectaba seriamente a los sindicatos, tanto a la CNTE como al SNTE. Emprender esta reforma requería de que el Estado recuperase la rectoría de la educación afín de profesionalizar y capacitar al magisterio bajo un nuevo esquema de incorporación y desempeño. El profundo abandono en que el maestro se encontraba sí osaba cuestionar al sistema fue terrible.
A muchos maestros no les convenció la Reforma, porque ya estaban formados en un sistema de control corporativo y se acomodaban al mismo. A los sindicatos menos, porque perdían fuerza para imponer a sus allegados en cargos directivos para lograr más control del sistema educativo.
Las cuotas sindicales engrasan la maquinaria y permiten su organización y avanzar cada vez con mayor contundencia, en el control de la educación.
Una Reforma Educativa requiere del apoyo de los maestros, lograrlo a través de los sindicatos era imposible. De hecho el rango constitucional fue lo que permitió cambiar el sistema de control sindical. La Reforma Educativa prosperó entre los partidos políticos, fue la primera en lograr unanimidad. Todos la votaron. Recordemos que las evaluaciones a nuestros niños resultaba en pobres resultados, penosos.
Buscar aliados para acceder al poder es algo muy natural en política. AMLO requiere de aliados y el magisterio es una gran fuerza. Porque para AMLO todo lo que no sabe como resolver va a consulta, ¿hasta los Derechos Humanos?
Morena, que piensa tener mayoría en el Congreso, ha dicho va a reformar la Ley del Servicio Profesional de Carrera para que no se evalúe a los maestros pues señalan eso es indebido. Los nuevos maestros, seleccionados por concurso, están frente a grupos y no en las marchas de la CNTE. Han perdido capacidad movilización. La SEP señaló que el 98 porciento de las escuelas funcionaron pese al paro convocado. ¿Le vamos a regresar el control a la CNTE?
Pues sí, en fin, retozo el tigrillo. Sólo para prevenir otros escenarios. ¿Y si de veras fallan las encuestas? ¿Y si no gana AMLO? Sin duda habrá un caos.
Pero, les aseguro es preferible enfrentarlo que vivir en él. |
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