YA CAYÓ Enrique Ochoa Reza, pero el ejemplo nacional debe cundir en todos los rincones del País donde los candidatos a Gobernador, Senadores, diputados Federales y locales del PRI no crezcan, pues queda demostrado que los liderazgos no son producto de ocurrencias sino de la experiencia, formación y oficio político. Ochoa Reza no tenía ni lo uno ni lo otro. Fue capricho del Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, quien ha metido en más de un brete al Presidente Enrique Peña Nieto, primero con aquella visita del, entonces, candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump -que valió para maldita sea la cosa-, y luego queriendo manipular la campaña de José Antonio Meade con aprendices de políticos que nada le han aportado, aunque en ello ha coadyuvado el propio abanderado “tricolor” con ese afán de negarse como priista y solo asumirse simpatizante. El ex director de Comisión Federal de Electricidad comprendió, muy tarde, que a la clase política del País no se le mueve con ingeniosidades o chistes discriminatorios, y por ello las cúpulas decidieron recurrir –para sustituirlo de urgencia-, a un personaje como René Juárez Cisneros, guerrerense de nacimiento como el consumador de la independencia, Vicente Guerrero Saldaña; Hermenegildo Galeana, Leonardo y Nicolás Bravo, Juan Álvarez, el escritor, poeta y periodista, Ignacio Manuel Altamirano y, por qué no: Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas, los guerrilleros más famosos de México, y hasta Rodolfo Neri Vela, el astronauta mexicano que ahora aluniza con Andrés Manuel López Obrador.
JUÁREZ CISNEROS es lo que suele llamarse “un priista hasta la médula”, orgulloso de serlo y, para disgusto de Ochoa Reza, de origen afrodescendiente, licenciado en economía por la Universidad Autónoma de Guerrero, Secretario de Planeación y Presupuesto del gobierno del Estado con el bien recordado José Francisco Ruiz Massieu y más tarde con Rubén Figueroa Alcocer; alcalde de Acapulco, Diputado Federal y Gobernador de Guerrero de 1999 a 2005, además de Senador y subsecretario de Gobernación con Miguel Ángel Osorio Chong, en suma, un hombre del sistema que conoce desde adentro quién es quién en este País, y que tiene las pinzas para apretar donde deba hacerlo, porque ha ganado respeto y es un político como don Fernando Gutiérrez Barrios, de pocas palabras pero de muchos resultados que no se amilana ante nada, ni siquiera ante el candidato presidencial a quien hizo sonrojar cuando de entrada, en su presentación, le sorrajó: “vengo de la entraña propia del PRI, del que me siento profundamente orgulloso” (ahí te habla Meade).
Y AUNQUE muchos podrían pensar que es tarde para remontar la posición que ocupa el abanderado de la coalición PRI-Partido Verde-Panal a la Presidencia, José Antonio Meade, lo cierto es que el candidato se quiere colar al segundo lugar en la preferencia ciudadana para, desde esa posición, estar en condiciones de negociar con otros partidos la suma de esfuerzos, incluido el PAN. Se trata de atajar a Andrés Manuel López Obrador que, por lo pronto, ya tiene en contra a los empresarios que manejan la economía de la Nación, por esa fea costumbre de solo hablar y hablar sin conectar el cerebro, creyéndose ya no solo el aspirante más aventajado sino la representación misma de un ser celestial que baja a hacer justicia, una especie de San Miguel Arcángel que derrota al diablo, olvidando que en México son muchos pingos, y cuando los demonios se sueltan ocurre cualquier cosa.
AHORA BIEN, hay quienes dicen que ahora que Ochoa Reza se ha ido, es menester que en Veracruz se siga el mismo ejemplo, ya que aquí, el PRI sigue como pasmado, sin operadores, amedrentado por amenazas palaciegas que repercuten en la campaña de José Francisco Yunes Zorrilla. Y es que queda claro que Américo Zúñiga Martínez nunca debió ser dirigente estatal del “tricolor”, esto debido a que venía de ser alcalde y, por lo tanto, dejaba pendientes que desde el Órgano de Fiscalización Superior podrían recordarle, si no es que ya lo hicieron, y acaso por ello su estado anímico medroso en el que pareciera querer salvarse ante que salvaguardar la campaña de Pepe Yunes. No es secreto que en estos casos, hay quienes suelen, incluso, traicionar el jefe sin que éste se percate, por lo que la actitud del ex munícipe ya resulta sospechosa.
AMÉRICO ZÚÑIGA, queda claro, no iba a ser, ni por asomo, el Presidente Estatal del PRI sino Flavino Ríos Alvarado, el ex Gobernador de finales de sexenio pasado, a quien atajaron con acusaciones baladíes, conscientes de que representaría un obstáculo al PAN, aunque en ese mismo tenor se encontraba Ricardo Ahued Bardahuil, pero por descuido de las cúpulas decidió irse a MoReNa al percatarse que en el “tricolor” no había disciplina y, mucho menos, el deseo de cambiar lo que Javier Duarte dejó como maldición para el priismo. Ríos Alvarado, como René Juárez, es un viejo político experimentado en todas las lides; alguien con autoridad al interior de los grupos, y acaso si el minatitleco hubiese sido nombrado antes de ser procesado, ni el, ahora, “viagro azul”, Felipe Amadeo Flores Espinosa, ni el llamado “chileancho relleno”, Mario Tejeda Tejeda (Tajada Tajada para los amigos, Tejode Tejode para los que se dejan) se hubieran ido. Tal vez, en ese tenor, el PRI Estatal requiera un cambio, alguien dinámico, sin conflictos de persecución subrepticia como Alejandro Montano Guzmán, actual delegado Federal de Gobernación, o incluso un Carlos Rodríguez Velasco que tiene carisma y conocimiento del priismo.
Y ES que falta poco menos de dos meses para la elección, y Pepe Yunes necesita remontar el nivel de aceptación en el Estado para meterse al segundo lugar en la disputa, y de esa forma estar en condiciones de pelear el triunfo a quien encabece las preferencias, pero si el equipo que le organiza la campaña no toma en cuenta a todos los grupos sociales –ahora desbalagados-, costará mucho trabajo lograrlo. Debe entenderse que en Veracruz, se quiera o no aceptar, prevalece una enorme confusión, ya que si bien existe una tendencia de castigar las corruptelas del pasado, no se tiene certeza de quién daría seguimiento a ello dados los resultados actuales pero, sobre todo, quién tendría al mismo tiempo la capacidad de gobernar y dar resultados. Y es que se debe entender que no solo de meter a la cárcel a los corruptos viven los veracruzanos, sino de empleo, seguridad, crecimiento económico y un mayor impulso al campo, la pesca y toda actividad que tenga que ver con la alimentación, entre otros rubros, y para ello se necesita a un personaje experimentado en el ejercicio de gobierno. Así de simple. OPINA carjesus30@hotmail.com
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