En la Odisea, Homero recuenta el célebre mito de Sísifo, que fue castigado por los dioses a empujar una piedra enorme cuesta arriba eternamente; justo antes de lograr llegar a la cima, la piedra rodaría hacia abajo y Sísifo tendría que recomenzar el proceso. Pareciera que el castigo de aquellos dioses llegó a nosotros también. El aparato político mexicano crea la ilusión de que rueda la piedra hacia la cima, pero cada seis años nos damos cuenta que la piedra volvió al lugar de arranque.
La condena de Sísifo consistía en que no conocía la cima, que nunca podría ver el otro lado de la montaña. Como él, los mexicanos nos encontramos atorados en una condena que nos lleva siempre al punto de arranque. Es decir, cuando un país logra sacar a un porcentaje de su población de la pobreza, la desigualdad, la violencia, mejorar el crecimiento económico y acabar con la corrupción, la siguiente campaña promete políticas que mejoren aún más la calidad de la vida de los ciudadanos. En México seguimos hablando de los mismos 5 temas en los mismos términos porque no ha habido avances significativos en las materias más esenciales; en muchas más ha habido retrocesos. Ahora tres nuevos Sísifos nos prometen que ellos si serán capaces de llevar la piedra hasta la cima. Pero ¿qué los vuelve distintos a los anteriores? ¿qué tienen sus promesas que las de otros no tuvieran? ¿Quién será el nuevo presidente de México? Muchos mexicanos se apasionan en torno a un candidato.
No comparto esa pasión, las experiencias inmediatas del pasado nos enseñan que cualquiera que sea, en seis años volveremos a escuchar las mismas propuestas. Ojalá que no. En la teoría democrática se busca, y muchas veces se asume, que los electores emitan su preferencia a partir del análisis de los candidatos, sus trayectorias personales y, profesionales, los objetivos que ofrecen en caso de llegar al poder y, sobre todo, los proyectos y medios para realizarlos.
¿Cómo entender el actual momento político del país? Existe una temporalidad que va de un presente con un enorme malestar al imaginario de un futuro que puede ser mejor. El vehículo de este proceso es una lucha electoral que presenta diversos escenarios, desde la continuidad hasta la ruptura. Ganar el poder es la prioridad. Las expresiones políticas del momento anuncian un combate en el que el arbitraje se ve muy limitado y el interés de los que gobiernan es la permanencia
a toda costa. ¿Qué aportaron las precampañas? En una suerte de simulación, se jugó a la precampaña con candidatos definidos por las tres coaliciones partidistas.
Tres candidatos independientes se perfilan para estar en la boleta: El Bronco, Margarita Zavala y Ríos Piter. Tienen un apoyo muy bajo, pero servirán para fragmentar el voto de las tres coaliciones partidistas. ¿Qué tan efectiva será la guerra sucia? Hay una guerra sucia intensa y viviremos una gran polarización en el país. ¿El cambio es posible? En diversas encuestas se expresa un fuerte deseo de cambio. Es bastante probable que el discurso del cambio se lo apropien todos los candidatos, por lo que dependerá de las habilidades de cada candidato lograr una mayor credibilidad. El deseo de cambio tendrá que esperar. Por lo pronto, el espectáculo de las candidaturas muestra un sistema de partidos en crisis, una gran envoltura de perfiles; impugnaciones legales y golpes, porque nadie se quiere quedar sin un hueso. La lucha por el poder puede dejar un país más fracturado de lo que ya está.
Vivo en un país, en el que la simulación es una forma de vida. Un país en el que es raro el que se mantiene fiel a sus principios y convicciones, pero más raro aún es el que la tiene. Un país en el que las alianzas no respetan ya no digamos colores partidistas o conceptos básicos de políticas públicas, sino siquiera lo que antes se conocían como ideologías.
Ya mucho se ha dicho de las dos alianzas más extremas (antinaturales, diría alguien, no yo): la de Morena con el PES y la del Frente que conjuga a un partido que se supone demócrata cristiano (PAN) con uno que se cree socialista moderado (PRD) con uno (MC), con un tono musical. Tal musical que se le recuerda por eso y solo por eso.
El pasado 30 de enero, el INE aprobó las plataformas electorales de los nueve partidos políticos nacionales que se disputarán un cargo en las próximas elecciones. Es de esperarse que a partir del 30 de marzo, los candidatos saldran a convencer al electorado.
Uno de los temas obligados es el del combate a la corrupción. El tema que ocupa actualmente el segundo lugar en las preocupaciones de los mexicanos, según el INEGI.
Lo primero que destaca es que si bien es cierto que en materia de combate a la corrupción no existe la bala de plata y que las recetas importadas suelen fracasar, también lo es que actualmente no se está empezando de cero. A lo largo de este sexenio se realizaron, no sin resistencia, diversas reformas que dieron vida al Sistema Nacional Anticorrupción. La plataforma de la coalición “Todos por México” integrada por PRI-PVEM-Panal reconoce este antecedente.
La plataforma del “Proyecto Alternativo de Nación” integrada por Morena, PT Y PES dedica dos apartados de dieciocho al tema de la corrupción. La plataforma de la “Coalición por México al Frente” integrada por PAN, PRD Y MC hace un diagnóstico más exhaustivo del país y dedica un amplio apartado a las propuestas de combate a la corrupción. Sin duda estas son apenas las coordenadas que guiarán los debates sobre el tema. En la ruta que propongan los candidatos, está la diferencia.
Como he escrito antes y lo expuse aunque no son nuevas, en 2018 las redes sociales jugarán un papel relevante. Frente al despliegue burdo de la propaganda en los medios convencionales, se levanta la protesta ciudadana, muchas veces anónima e, incluso, truqueada. A través de Facebook y Twitter. Las noticias falsa y el golpeteo entre las fuerzas en disputa serán, sin duda, el pan de cada día en las redes sociales.
Acompaña a las redes sociales la utilización de los celulares como instrumento que permite exhibir los abusos del poder. En fin, información que puede viralizarse y, en cuestión de minutos, cambiar las percepciones en torno a los personajes públicos y a los procesos políticos. En el actual proceso electoral, las redes sociales serán clave para refrescar o contaminar la memoria.
Y recordemos que seguimos engañados por AMLO. Lleva casi 20 años haciéndonos creer que sólo pretende expulsar a la “mafia del poder”, cuando lo que busca son plenos poderes para gobernar con asambleas a “mano alzada”, como Hugo Chávez.
Y ahora Maduro.
AMLO tiene mucha experiencia peleando conflictos electorales en el tribunal de la opinión pública. Por eso “regañó” al general Cienfuegos y le pidió que “haga su trabajo y se deje de politiquerías”. Sabe que es el único que podría descarrilar en un momento dado su delirio presidencial. La suya es una obsesión por la Presidencia únicamente “curable” con la banda presidencial, el tabasqueño jamás aceptará la derrota. |
|