DECIA LA fallecida actriz, modelo y productora estadounidense, Lucille Ball, que el secreto para mantenerse joven es vivir honestamente, comer despacio y mentir sobre la edad. Pero la vida se significa en muchas cosas que hacemos y vivimos a diario, apreciando los buenos momentos pero sin negar los malos, que al fin y al cabo todo es parte de esa experiencia que nos forma o, en el peor de los casos, nos deforma, y acaso por ello no debemos quitar ni un solo segundo a nuestros años cumplidos. Y es que vivimos tiempos en los que se venera sin concesiones la juventud, y solo parecieran ser aceptados los cuerpos adolescentes y adultos hasta los 35 o 40 años sin muestras aparentes del paso del tiempo. Pareciera que la sociedad ha dejado de valorar la experiencia y los conocimientos de los mayores a los que llaman, peyorativamente, “viejos”, olvidando frívolamente que el camino es el mismo para todos, pero la diferencia está en querer o negarse a ser. Decía don Jesús Reyes Heroles, una de las mentes más lúcidas que ha dado Veracruz y el País, que “se es joven cuando se ve la vida como un deber y no como un placer, cuando nunca se admite la vida acabada, cumplida, cuando nunca se cree estar ante algo perfecto. Se es joven, si se está lejos de la docilidad y el servilismo, si se cree en la solidaridad y en la fraternidad. Se es joven cuando se quiere transformar y no conservar; cuando se tiene la voluntad de hacer y no de poseer; cuando se sabe vivir al día, para el mañana; cuando se ve siempre hacia delante, cuando la rebeldía frente a lo indeseable no ha terminado, cuando se mantiene el anhelo por el futuro y se cree todo lo posible. Cuando todo eso se posee, se pueden tener mil años y ser joven”.
Y EL tema viene a colación porque este 19 de Febrero, el Creador del Universo me permitió un año más de vida –más de 50 pero menos de 60-, y la ruta indiscutible es el envejecimiento en pocos años, el arribo a esa edad a la que muchos identifican como la tercera -si se cuenta por 20 cada etapa-, pero cuando se llega inmerso en lo ilustrativo que resultan los libros, en ese aprendizaje cotidiano que te dispensa la convivencia –ya sea con jóvenes, adultos y adultos mayores que enriquecen tu intelecto-, cuando la vida te ha permitido sentarte ante un buen vino e identificar su aroma, coloración y sabor, conocer lugares –y no se diga Europa o Centro y Sudamérica sino los rincones mágicos de nuestro México y Estado-, uno debe sentirse satisfecho de lo alcanzado. Sin embargo, el valor más grande, el más sublime el que te induce a dar gracias a la vida y al Ser Supremo infinitamente es ese regalo que se llama descendencia, en mi caso, hijas, más aun cuando se trata de chicas bien nacidas, estudiosas y exitosas con una madre siempre preocupada por este clan, algo así como la Sara García de la célebre película “Los tres García”, uno debe sentirse dichoso. Son mujeres entregadas a su profesión, al trabajo y a ser buenas ciudadanas, y ese es el presente que supera a todos, y que te induce a dar gracias a quien te concedió la vida, en primera instancia a tus padres, la hayas vivido con yerros o aciertos.
DECIA REYES Heroles que para ser joven o viejo lo que menos cuenta es la edad. Joven o viejo son papeles que reparte la vida, en su momento. Yo reivindico mi edad, me gusta porque cada día que pasa me siento mejor conmigo mismo, y por ello es necesario decir ¡ya basta! a ese afán de querer seguir siendo jóvenes para siempre, a tener que negar nuestra edad, a no poder decir sin tapujos los años que no solo hemos cumplido sino que hemos vivido, disfrutado, compartido, amado, llorado y, por supuesto, crecido. Porque de eso se trata: cada momento vivido son experiencias y aprendizajes que vamos acumulando en nuestro equipaje, y que nos permiten conocernos un poco mejor y al mundo que nos rodea. Y es que con los años se aprende que somos perfectamente imperfectos, y que nos importa muchísimo menos lo que puedan pensar de nosotros los demás. Que estamos en permanente evolución, y que aún quedan muchas cosas por aprender, y eso nos hace más tolerantes y comprensivos.
VAYA POR ello desde aquí un agradecimiento perenne a quienes este lunes se molestaron en tomar el teléfono o celular para marcarnos y felicitarnos, a los cientos de amigos reales y virtuales del Facebook, twitter, whatsapp o telegrám, a quienes lo hicieron personalmente y me reclamaron el no haber celebrado con una fiesta o convivio –que lo habrá en su momento no por la vanidad de celebrar sino por el gusto de hacerlo con la gente que quiero y respeto, aunque primero será en familia y, posteriormente con mi segunda parentela que son los amigos de siempre-. Gracias a todos por la bondad de sus oraciones y felicitaciones, y qué lástima que se me terminó el espacio, pero para la otra, prometo solemnemente que les diré cuántos años cumplí este día. Ya será para la otra si el creador nos lo permite…
*****
POR CIERTO, la pretensión era hablar de política, de la ambición desmedida del Movimiento de Regeneración Nacional de llegar a la Presidencia, sumando a sus filas para el Senado a personajes como Napoleón Gómez Urrutia, ex panistas y ex priistas que lejos de acarrearle votos podrían restarle, ya que los verdaderos morenistas están siendo desplazados, aunque se entiende que López Obrador va por el dinero de Napo para financiar su campaña y de otros muchos ricachones que están restando espacios a quienes se la han rifado con el “peje”, o la promesa de Ricardo Anaya de devolver la seguridad al País, como si fuera tan fácil, y ahí están los Estados gobernados por Acción Nacional donde la violencia se ha recrudecido, y qué decir de Meade que ofrece un Gobierno a la medida de todos, cuando el País es un mosaico multifactorial.
SIN DUDA será una elección complicada, en donde no debe descartarse la participación de los independientes, sobre todo si logran un acuerdo conjunto y postulan a un abanderado o abanderada que sume a todos aquellos indecisos que aún no definen su voto, y que las precampañas terminaron por convencerlos de que la solución no está en los partidos y el reparto discrecional de posiciones a los grupos de poder e, incluso, a quienes han sido rechazados por la sociedad en su momento. Los independientes -si logran unificar criterios- podrían erigirse en la gran sorpresa, más aun si algunos de los abanderados de partido (por cierto independiente) decide declinar en su momento para darle utilidad al sufragio. A ver qué pasa. OPINA carjesus30@hotmail.com
|
|