Andando calles y encontrando gentes que platican sus historias como si uno estuviera al tanto de ellas -“nos” vemos por la tele; “nos” escuchamos por el radio; o “nos” leemos todos los días”, son frases que con frecuencia debemos escuchar quienes nos dedicamos a los medios de comunicación-…
Y que no se le ocurra a uno, para medio enterarse del asunto, preguntar antecedentes; porque ya se tiene para un buen rato de charla; siempre enriquecedora. Bueno, no siempre; pero son gajes del oficio…
“Oye; tú le vas al Peje ¿no?” me preguntó un insolente jovencito, más o menos de la escuela del queretano Ricardo Anaya que, sin respetar los años e interrumpiendo la conversación que tenía con un amigo, intervino…
No. Fue mi respuesta…
¡Ah; cómo no! Siempre dices que va a ganar…
Pues no. El que vaya a ganar no quiere decir que yo vaya a votar por él…
Entonces, ¿a quién le vas?...
A ninguno; no creo en la democracia y por eso no voto. Mal me vería no creyendo en ella y yendo a votar. Sería incongruente…
¿Crees en verdad que vaya a ganar el Peje? ¿Tú quieres un México como Venezuela?...
Pues en algunos aspectos sí. La gasolina casi la regalan y eso trae consigo muchos beneficios a todos -a los ricos y a los pobres- solo que eso no se dice. De imaginar que aquí la gasolina costara 15 ó 20 centavos de dólar, cuánto se abarataría todo…
Y quisiera un México como el de Bolivia, donde su Presidente rescató los recursos de su Patria de manos de los extranjeros y sacó a su Pueblo de la pobreza en la que los tenían sumidos las transnacionales…
Y quisiera un México como Cuba, donde no hay analfabetas y ningún niño muere de hambre. Y quisiera un México como Norcorea, donde a los corruptos los fusilan aunque sean parientes del Presidente. Y un gobierno donde les cortaran las manos a los rateros…
Y un gobierno que respete la voluntad del Pueblo y no haya abismales diferencias entre las clases sociales. Y un gobierno donde la educación sea gratuita hasta las Universidades; al igual que la salud…
Y una nación laica donde los templos sean convertidos en bibliotecas o cafeterías. Y una Patria donde no se penalicen las drogas, y se dé atención médica a todos los que sean adictos a cualquier cosa, sin distinción…
Un México donde se considere a las mujeres por sobre el sexo masculino; que las cárceles estén casi vacías; y donde cada vez inauguren menos centros contra las adicciones de los jóvenes…
Y en pocas palabras, quiero un México donde se respete la Constitución, y por consiguiente se viva en un Estado de Derecho. Porque una democracia de pobres es un contrasentido; por no decir que es una farsa monumental.
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.
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