PODRÍA DECIRSE que a esta altura de las precampañas rumbo a la postulación para Gobernador, ninguno de los tres visibles aspirantes a ese cargo tiene el triunfo en el bolsillo, por más que simpatizantes, corifeos o simples aduladores por conveniencia digan lo contrario, aunque lo cierto es una cosa: en una sociedad agraviada por inseguridad, desempleo y pobreza –casi todo producto de la corrupción de pretéritas administraciones-, quien sepa darle el mejor enfoque o manejo a esos temas avanzará en la preferencia ciudadana, pero no bastará hablar de los yerros del contrario sino de reconocer los propios, esto es, aceptar la autocrítica como instrumento de convencimiento. En pocas palabras, si José Francisco Yunes Zorrilla no aborda el tema de la corrupción ejercida por Javier Duarte de Ochoa y solo se enfoca en criticar por sistema al Gobernante en turno, la apreciación social será en su contra, porque estaría soslayando algo que el pueblo quiere escuchar: que la polución de la pasada administración ha sido uno de los grandes lastres, y que como mandatario, en caso de ganar, atacará a fondo completando las investigaciones pendientes y llevando a prisión a quienes hayan afectado a la sociedad, trátese de quien se trate y llámese como se llame. Paralelamente, si Miguel Ángel Yunes Márquez no reconoce las fallas del Gobierno en turno, así sea su padre quien esté al frente de la administración, se entendería como complicidad y le negarían el voto porque estaría asumiendo el espectro de “más de lo mismo”. Y es que no basta criticar a López Obrador y al PRI sino, también, al PAN y al PRD, reconociendo yerros. Y algo similar pasará con Cuitláhuac García Jiménez si sigue pensando que ganará por el efecto AMLO, incapaz de llevar la contraria al mesiánico aspirante, ya que la sociedad pensaría que si gana, quien gobernaría, en realidad, sería el tabasqueño, imponiéndole todo –como está ocurriendo en varios ayuntamientos de MoReNa-, hasta a funcionarios de primer nivel.
DICE EL Evangelista de la Psicología Política, Daniel Eskibel, fundador del sitio Maquiavelo & Freud, una referencia mundial en la materia, que los políticos deben desprenderse de varios mitos para ganar una elección, y bien vale la pena compartir algunos. 1.-Asegura Eskibel que el voto no es racional, ya que lejos de ser una operación fría en la cual el ciudadano piensa, compara, analiza, sopesa y llega luego a una conclusión, en realidad, los factores emocionales están en primer plano y son absolutamente decisivos. Eso no significa que lo racional no juegue ningún papel, pero sí significa que el factor más potente es de carácter emocional, pues de eso se trata una elección: de emociones. Al electorado hay que emocionarlo y darle lo que desea escuchar, y no el mismo discurso rayado y sin sustento. 2.-El mito de que los amigos son los mejores consejeros tiene inmediatas consecuencias operativas: el candidato se rodea de un círculo áulico (o cortesano) de amigos y familiares. Les tiene confianza extrema y cada vez se guía más por su consejo. ¿Quién mejor que los amigos para aconsejar bien?, sin embargo, nada más lejos de la verdad. En realidad el candidato que así razona no se rodea, sino que termina encerrado por la buena voluntad de sus amigos, atrapado por un entorno que cae con facilidad en el coro de alabanzas, o que está desbalanceado porque seguramente tienen una visión muy pero muy parecida a la del propio candidato, o que está cegado por el cariño o por la falta de conocimiento y/o de experiencia sobre campañas electorales. En suma, un entorno que no puede ser objetivo más allá de sus intenciones, por lo que siempre es preferible recurrir a profesionales para el asesoramiento, y también a personas fuera del entorno que puedan actuar y hablar con más frialdad.
3.-NO SE puede hacer política sin dinero, pues atribuir cualidades mágicas a las ideologías y creer que basta con una acertada estructura ideológica para implementar una campaña, no deja de ser un mito que al bajar a la realidad se rompe los dientes contra el piso al descubrir que cada paso de una campaña electoral implica gastos. Hasta lo más mínimo, hasta el más modesto cartelito callejero, el más pequeño local partidario, el más insignificante volante y hasta los vehículos y combustibles necesarios para ir a hablar con los votantes…Todo es dinero, y ni pensar en la publicidad en medios escritos (ahora internet) radio o televisión. En suma, no se puede hacer política sin dinero. Es un axioma. Y si el dinero no se tiene hay que salir a buscarlo. Para algunas fuerzas políticas no debería haber nada más central que la campaña financiera, porque de lo contrario simplemente no existen frente a los ojos del público. Del gran público, no del grupito de incondicionales que siempre están. Pensar que ganarán mediante redes sociales no deja de ser otro mito.
DANIEL ESKIBEL critica el hecho de que el político se sienta un gran comunicador, y en ese sentido sostiene: “el mito dice que si se dedica a la política y le va más o menos bien, entonces es un gran comunicador, por lo menos mejor que todo su entorno y tal vez un poco más allá. Y si es un gran comunicador sabe mejor que nadie cómo va a funcionar un spot televisivo o un folleto o una cuña radial”, pero aclara: “en realidad el buen desempeño político no siempre es indicador de cualidades comunicacionales sólidas, ya que muchas veces inciden otros factores que ayudan, incluyendo el contexto económico, político, social y cultural del País, Estado o ciudad. Tan es así que casi siempre sería indicado un media training, un entrenamiento para el mejor desempeño ante los medios de comunicación y, por supuesto, entender que la comunicación a través de los medios es un asunto bien diferente para el que se requiere especialización y profesionalización. De lo contrario se va hacia el desastre total.
EL EXPERTO considera que el ataque es un mito funcional a las pulsiones agresivas de algunos candidatos, confrontación que en la mayoría de los casos lleva a las campañas al despeñadero, ya que para atacar hay que hacerlo bien y sabiendo lo que se hace. No basta con lanzar improperios contra el adversario –o sus padrinos- sino sustentar errores o fallas pero, ante todo, recurriendo a la autocrítica para desarmar al adversario. Por esa razón, candidato que solo prometa resolver sin exponer cómo hacerlo, o ataque por sistema sin argumentación o testimonio, estaría perdido. Bueno, hay muchos otros mitos abordados por el maestro de la Psicología Política que por falta de espacio no abordamos, aunque este aporte es, sin duda, bueno. OPINA carjesus30@hotmail.com
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