El actual alcalde de San Blas, en Nayarit, Hilario Martínez Villanueva aceptó haber robado “poquito”. La revelación la hizo en su campaña para alcalde como candidato independiente (ya había sido edil años atrás). Ganó la elección y hoy es presidente municipal. No sabemos cuánto robó, ni cuanto es poquito para para sus estándares, lo que es un hecho es que sigue en el poder y que el municipio que gobierna no ha pagado los salarios que debe y que ha tratado de endeudar al municipio para cubrirlos.
Me da curiosidad saber dada la subjetividad del adjetivo, qué es “poquito”, no solo para el edil de San Blas, sino también para otros gobernantes. Aquí el recuento de algunas propiedades de un gobernador con licencia y dos exgobernadores que los medios han ido revelando.
Javier Duarte gobernador con licencia, es dueño de cuatro departamentos de lujo en el St. Regis en Nueva York, valuados en 400 mil dólares cada uno. Dos departamentos en Ixtapa de aprox. 2 millones de dólares cada uno. Dos inmuebles en La Lomas de Chapultepec, cinco parcelas ejidales en Campeche, una lancha de alrededor de 800 mil dólares, tres departamentos en Costa de Oro, en Veracruz por más o menos 14 millones de pesos. Destaca el Rancho La Mesa en Valle de Bravo, comprado y remodelado con más de 200 millones de pesos y un hospital para caballos de los mejores en su género.
Evidentemente la acumulación de bienes no se limita al territorio nacional.
César Duarte exgobernador de Chihuahua, tiene 37 inmuebles en Parral, en Balleza y en Cd. Juárez, entre ellos ranchos como el “Mesa de las Ajuntas”, “El Taraiz” y “El Saucito”. Además hizo su propio banco, es propietario del 15% del Banco Progreso.
Guillermo Padrés, exgobernador de Sonora, al parecer tiene 19 propiedades ubicadas en los municipios de Arizpe, Cananea, Cajeme y Hermosillo. Propiedades valuadas en más de 600 millones de pesos. También tiene 450 caballos pura sangre, con valor de más de 100 millones de pesos. Padrés desvió las fuentes de agua del estado hacia su presa personal ¿No tiene fin la avaricia?
La información mencionada viene de diferentes medios que se han dado a la tarea de desenredar la madeja de complicidades y entender el entramado de corrupción. Evidentemente, la gran mayoría de los bienes mencionados no está a nombre de los personajes en cuestión. Sí, es el momento para que México haga las cosas bien, para que no de pretextos. La impunidad es vergonzosa. No podemos seguir tolerando que los recursos del pueblo acaben en casas en el extranjero, caballos de carreras, gasto clientelar y cuentas bancarias. Controlemos lo que nos toca a nosotros controlar.
¿Cómo es posible que desaparezcan miles de millones de pesos y nadie sepa dónde quedan?
¿Cómo es posible que se muevan cantidades gigantescas en efectivo y no pase nada?
Ojalá no nos olvidemos del trabajo que tenemos que seguir haciendo para exigir la transparencia y la rendición de cuentas en nuestro país.
Y volteando la página el tiempo y los votos estadounidenses le dieron la razón al mandatario mexicano, Enrique Peña Nieto, respecto a la reunión que sostuvo a finales de agosto pasado con el entonces candidato republicano a la presidencia de Estado Unidos, Donald Trump.
En aquel entonces muchos columnistas escribieron que nunca antes un personaje extranjero había levantado tanta tolvanera en nuestro país como el señor Trump y tampoco se había provocado tal alboroto de parte principalmente de los detractores del presidente Peña Nieto.
La reunión por sí sola había sido considerada en gran parte de la opinión pública como inoportuna, sin sentido político y hasta se dijo que se trataba de una “traición a la patria”, por haber recibido a un personaje, que una y otra vez, se había referido a México y a los mexicanos con palabra de agravio y descalificación.
Peña Nieto y Luis Videgaray se adelantaron a lo que iba a suceder el 8 de noviembre e hicieron una magistral jugada, por lo que refrendamos nuestra opinión de que el mandatario mexicano hizo lo correcto al reunirse con el republicano y, con oportunidad, haber hecho del conocimiento el entonces candidato la visión del pueblo mexicano en materia de política externa y también que se haya buscado el espacio de entendimiento y aclaración de palabras, ante tanta balandronada, vertidas al calor de una campaña política.
Ya ganó Trump, sin pretender olvidar agravios, nuestro país debe darle vuelta a la página y buscar que en la agenda del estadounidense se inserten los asuntos que a México le interesa sean atendidos en el marco de las relaciones entre ambas naciones, como es el flujo migratorio a través de la frontera norte, el intercambio comercial, esquemas de seguridad nacional y otros en el marco de la cooperación binacional.
En este nuevo escenario de la política mundial es muy probable que el magnate inmobiliario venido a más, ahora en el ámbito público, no cambie ni un ápice en sus posturas de discursos incendiarios contra los migrantes latinos, que siga con sus mentiras cotidianas y soluciones populistas llenas de ficción, pero tal vez eso sea sólo por unos meses en tanto continúa con la inercia de una estridente campaña política que hoy lo tiene a días de sentarse en la silla presidencial de Estados Unidos; eso en tanto se dé cuenta de la realidad que debe afrontar al tomar el control del mando del país más poderoso del mundo, porque no es lo mismo ser borracho que cantinero o candidato que presidente.
Es momento de poner manos a la obra en la integración de una agenda con asuntos comunes donde la defensa de nuestros connacionales debe estar por encima de cualquier diferencia política, resulta necesario fortalecer las relaciones comerciales, políticas y diplomáticas entre ambos países.
El triunfo del republicano le abre las puertas de regreso al gobierno federal a Luis Videgaray.
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