Escribir por ejemplo: veo al campo abandonado y a la familia campesina carecer de lo básico. La noche está estrellada, pero abajo, en mi tierra, priva la oscuridad. La mano homicida es impune, y los actos criminales son tan continuos como la lluvia al caer la tarde. Sus habitantes han perdido la confianza en las instituciones que los rigen y se enseñorea en las redes sociales el escepticismo, el resentimiento, la banalidad y la agresión.
Percibe el poeta chileno que “el viento de la noche gira en el cielo y canta”. Abajo, veo que mi pueblo llora de hambre y desempleo; sufre porque de un tiempo acá los gobiernos lo oprimen hasta asfixiarlo; le hacen más difícil su existencia terrenal y no tiene una esperanza pacífica de consuelo.
El Premio Nobel de Literatura en 1971, canta afligido: “La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Hemos cambiado y no ha sido para bien. La educación, como punto de equilibrio, ha terminado devorada por los intereses del capital liberal e implacable. El orgullo de ser maestro ha cambiado y sólo queda un tic nervioso y una actitud indecisa.
El poeta, fallecido el 23 de septiembre, doce días después del golpe militar que derrocó a Salvador Allende, reconoce que “es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”. Yo observo que mi pueblo ha querido con pasión y ha olvidado con largueza. Los símbolos patrios, los héroes, el territorio nacional fueron amados con pasión, y hoy olvidamos lo bueno del pasado remoto o reciente, junto con los errores que no debieran repetirse jamás.
Si realmente el gobierno mexicano quiere mejorar al Sistema Educativo Nacional, tiene que meter la cuchara hasta el fondo de la olla e invertir para capacitar, incentivar y mejorar el ambiente que viven los docentes, el principal capital humano para impulsar un cambio educativo verdadero. El presupuesto bien empleado puede lograr maravillas si se evita el desvío que tanto daño hace al erario público y se utiliza en las aulas y programas de beneficio real, no para crear nuevos ricos.
Dentro de tanto extravío, falta de interés y responsabilidad, no se puede cambiar a la educación con el decreto que el Presidente de la Nación presenta al Congreso de la Unión para convertirlo en leyes. Se necesita mucho más. No se puede acusar a los maestros del tipo de país en que vivimos, si ellos mismos son parte del sistema de control creado por las altas esferas del poder.
La figura del maestro ha sido reducida en su autoridad. La sociedad, desorientada, ha encontrado razones para jugar y los padres han caído en el juego. Los padres ayudarían mucho a sus hijos si cuidaran lo que miran y hacen en sus ratos libres, y fomentaran en ellos el respeto y el decoro de la dignidad humana. Atrás de un niño violento y agresivo, es probable que exista un padre violento y agresivo. Atrás de una niña enredosa y conflictiva, es posible que exista una madre calumniadora y conflictiva.
El maestro está en estado de indefensión ante los niños, los padres, las autoridades de la SEV o la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Pareciera que vivimos en la España de los siglos XVI y XVII, cuando una simple acusación al Santo Oficio era capaz de acabar con el prestigio de alguien y dejarlo en la ruina junto con su familia, a la cual arrastraba en su caída. Hoy, los equivalentes al Santo Oficio son la Contraloría, la SEV, la CEDH, algún funcionario de gobierno, o la prensa que publica cualquier cosa sin investigar.
“Eres culpable mientras no demuestres tu inocencia” fue la aberración más grande de esa época inquisitorial, que resulta abominable en el siglo XXI cuando algunas autoridades la aplican sin apenas pensarlo. Eso sucedía en la España Imperial, cuando el Derecho no evolucionaba lo suficiente, ni existían los Derechos Humanos como tales, sólo el horror de la ignorancia y el fanatismo como armas de dominio. Ahora, en el Siglo XXI, la Carta Magna le otorga derechos al presunto culpable (porque es un ser humano) y el que acusa tiene la obligación de probar. Desde luego que, cuando hay culpabilidad, hay sanción.
“Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos”.
gilnieto2012@gmail.com
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