Según Charles S. Carver y Michael F. Scheier, investigadores de las diferentes teorías de la personalidad que se han ido desarrollando a lo largo del tiempo, escriben en un ensayo cuyo título encabeza esta reseña, sobre tres potenciales humanos que pueden parecer antitéticos entre sí, como son la perseverancia, el abandono de lo inalcanzable y el crecimiento.
Cuando forjamos una meta, un propósito o un deseo ferviente, se pone en marcha todo el organismo físico y psicológico, cognitivo y emocional para alcanzarlo; se logra, o se abandona la empresa, al valorar que las circunstancias le hacen inalcanzable; pero el recorrido proporciona tal riqueza de experiencias que tributan al crecimiento personal, aun cuando no se haya logrado el propósito o deseo.
Como la “poda” que se produce entre las proyecciones neuronales a través del tiempo y las vivencias, sucede que existe la capacidad de convertir las actuaciones en una especie de victoria sobre el mundo exterior, ya sea por imponer las propias fuerzas en las demás, por evaluar objetivamente situaciones de importancia o por convertir el camino que se recorre en un manantial de aprendizajes. Los investigadores aspiran a que estos aspectos del potencial humano formen parte de la experiencia, en mayor o menor medida, de cada individuo.
La psicología del potencial humano es tan importante como la psicología de la naturaleza humana. Es una rama de la psicología de reciente aparición, denominada Psicología Positiva, que se centra en el estudio científico de las experiencias y rasgos individuales positivos, además de las instituciones que facilitan su desarrollo.
Tiene como propósito ampliar el foco de la psicología clínica más allá del sufrimiento y su consecuente alivio (Seligman et al., 2005). Busca comprender, a través de la investigación científica, los procesos que subyacen en las emociones positivas y las cualidades propias del ser humano. No pretenden reemplazar, sino completar, el modelo médico que la ciencia psicológica sostuvo durante la mayor parte de la historia.
En el recorrido explicativo que hacen los investigadores, exponen que la mayoría de la gente probablemente considere que el concepto “potencial humano” (abordado varia veces en esta columna) se refiere a la forma en que los seres humanos vencen desalentadores obstáculos, triunfan sobre la adversidad y emergen exitosos de situaciones que les han presionado hasta el límite de su resistencia.
El potencial humano se refleja en la capacidad de transformar al mundo y convertir las visiones imaginarias (hay quien les llama “sueños”) en una realidad concreta. Se manifiesta en el esfuerzo de muchos brazos que limpian los campos para sembrar y recoger las cosechas, en el esfuerzo conjunto de hombres que levantan edificios, construyen carreteras, hacen volar naves, descubren o inventan dentro de la ciencia, escriben libros, imaginan lo que puede ser verdad más adelante y renuevan los conocimientos.
El potencial humano, dicen los autores, es la valentía física y mental que está detrás de la creación de las disciplinas del conocimiento y los artefactos concebidos por la mente humana. Se expresa en la resiliencia contra las presiones deformadoras, en el plan de vida que se opone al pensar general o a la indiferencia. El potencial humano habla de vencer a la adversidad y alcanzar, de muchas formas, la felicidad.
La capacidad de perseverar y vencer las circunstancias es un importante potencial humano, pero es sólo una parte de la historia. No siempre hay una victoria. Entonces otro potencial es saber manejar la duda y el abandono, autorregular el paso de un momento a otro. Todos renunciamos a algo en alguna ocasión. Lo malo es inmovilizarse, ser incapaz de apartarse del camino emprendido cuando es inalcanzable, como igualmente malo es quedarse sin objetivos en la vida.
Otro potencial de la fortaleza humana es el desarrollo personal, el poder transformar a la persona, mejorarla en muchos sentidos. Alcanzar una respuesta cognitiva, psicológica y emocional que mejore a través del tiempo y la experiencia. Autorregular el comportamiento al salir de alguna de las experiencias relatadas –o cualquiera otra– y transferir las circunstancias sorteadas a la mejora de las actitudes y los conocimientos de la vida en general.
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