Lamentablemente para muchos de estos niños los sueños muy pronto se convierten en pesadillas porque caen en manos de los traficantes de personas que los someten a maltratos y a explotación sexual y laboral. Los que logran pasar la frontera pronto son detenidos y sometidos a procesos migratorios traumáticos, depositados en hacinados albergues temporales y luego deportados.
Los centros migratorios fronterizos concebidos para otra población, hoy se encuentran hacinados de menores y en precarias condiciones padeciendo una traumática detención e incluso maltrato. Los menores mexicanos son devueltos de inmediato a nuestro país, y corresponde a las autoridades migratorias y a la infraestructura institucional local, tipo DIF o la Secretaria de Salud coordinarse en la atención de los infantes hasta que los regresan a sus lugares de origen. En cambio los niños provenientes de Guatemala, Honduras y El Salvador ( los principales paises expulsores de niños migrantes) permanecen en estos centros durante semanas en tanto se definen las acciones procedentes para repatriarlos.
Se trata de un fenómeno con tintes de tragedia que, contrariamente a lo que muchos suponen, no es nuevo. El informe 2010 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de nuestro país da clara cuenta de ello. Sin embargo, las cifras de migración infantil que en ese entonces fueron soslayadas por los distintos gobiernos involucrados, hoy se han multiplicado fuertemente, haciendo que el problema se encuentre prácticamente fuera de control.
Tan solo en lo que va del presenté año, más de 40.000 niños centroamericanos sin acompañantes fueron aprehendidos en la frontera, y para fines de año se calcula que la cifra se elevará a 60.000. De no tomarse medidas efectivas que reviertan el fenómeno, se pronostican que para 2015 el número de casos podría elevarse a 150.000.
Esta crisis humanitaria, ha provocado la reacción de los organismos internacionales y las ONG vinculados con la atención a la infancia y el respeto a los derechos humanos, generando enérgicas demandas de respeto para los niños, y llevando a cabo la recaudación de fondos que contribuyan a aminorar los padecimientos de los menores en el proceso de retorno a sus países. Lamentablemente ninguno de estos valiosos esfuerzos tiene mayor impacto en la resolución de esta crisis porque no van a las causas, el verdadero meollo del problema.
En el tema de las causas, tampoco se puede generalizar, ya que son muy diversas. Están los casos de niños que, en efecto, quieren ir a reunirse con sus padres que ya se encuentran en los Estados Unidos de forma ilegal. A veces lo hacen por su cuenta, llevando lo puesto, lo cual los hace más vulnerables, y en otros casos cuentan con lel apoyo de sus familiares.
Los traficantes han difundido la noticia de que el gobierno estadounidense dará cabida a los niños migrantes por razones de humanidad. Y las familias se han creído esta mentira y con muchos sacrificios pagan de 5 a 7 mil dólares por niño a los "polleros" para que crucen a los niños a Estados Unidos. Pero como los "polleros" no son de fiar abandonan a los niños en el trayecto en un entorno plagado de severos riesgos.
Hay otros menores, que abandonan su país y su familia huyendo de la violencia, del abuso y el maltrato físico intrafamiliar, buscando una realidad distinta. Otros lo hacen para escapar del acoso de las bandas criminales que los forzan a trabajar para ellos. Para estas criaturas, la repatriación es un castigo atroz, es devolverlos al infierno del que quieren escapar; una condena inhumana a la que habría que buscar una opción distinta. Porque al volver a su entorno y sin expectativas se convierten en carne de cañón de las bandas criminales.
Hay muchas otras causales de la lamentable migración que estamos viendo crecer cada día, pero sin duda la más repudiable es aquella en donde los propios padres quienes lanzan a sus hijos pequeños en busca -dicen- del sueño americano, librandose de su manutención y cuidado.
El presidente Obama que actualmente esta batallando con sus opositores más radicales del Congreso para sacar adelante su reforma migratoria ( una reforma con múltiples requisitos y candados, que favorecerá a los más de once millones de migrantes que ya viven y trabajan en los Estados Unidos) no ve con ninguna simpatía el creciente fenómeno de menores migrantes a su país, y si bien ha solicitado al Congreso una partida de millones de dólares para afrontar los gastos de la multitudinaria presencia de menores migrantes en los centros migratorios de su frontera sur, también ha advertido a las familias de los niños, que no los sigan enviando porque los seguirá repatriando.
En lo que respecta a nuestro país, por cuyo territorio plagado de peligros transitan los miles de menores migrantes que viajan solos, la responsabilidad es enorme. Por no haber logrado controlar su frontera sur, ni haber impedido que la criminalidad, coludida con autoridades corruptas, hayan hecho del desesperado peregrinar de la población migrante por nuestro país, un negocio propio sumamente prospero.
De forma reactiva, las autoridades de migración de la SEGOB están tomando medidas de emergencia para lidiar con este problema coordinandose con los gobiernos de los Estados para atender y regresar a sus lugares de origen a los menores mexicanos.
En cuanto a los menores extranjeros en nuestro país, y los que lograron cruzar pero fueron aprehendidos y se encuentran encerrados en improvisados albergues de la zona fronteriza, el canciller mexicano Jose Antonio Meade y todo su equipo de negociadores internacionales, esta desplegando una intensa tarea de acercamiento con los gobiernos de los principales países expulsores de menores para acordar acciones conjuntas para atender esta crisis y revertirla. Se busca el compromiso de los gobiernos para impedir que los menores salgan de sus paises sin la compañía de adultos. Se trata de que los padres asuman su responsabilidad de cuidar y proteger a sus hijos.
El peso de esta crisis recae por lo pronto, en la actitud que el gobierno estadounidense este dispuesto a asumir. La inminente reforma migratoria en la que Obama ha tomado la decisión de hacer uso de sus facultades constitucionales, le dejará muy poco margen de flexibilidad para ser compasivo frente a esta crisis humanitaria.
A mediano plazo, no podrá haber soluciones tangibles sin un mayor compromiso de México para combatir el negocio lucrativo de los traficantes de personas, que son al mismo tiempo los responsables de los robos, secuestros y abusos que padecen el 70% de los inmigrantes que transitan por nuestro país hacia el otrora "sueño americano'' hoy convertido en un mito.
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