Por todas partes estamos escuchando del riesgo de que se produzca una nueva crisis económica, con efectos de carambola a todo el mundo, derivada, por un lado de los serios problemas internos que está enfrentando la Unión Europea, y por el otro, del estancamiento en las decisiones en Estados Unidos para resolver sus problemas de financiamiento interno.
En México aún no nos reponemos de la crisis económica de 2008, que recrudeció la falta de crecimiento de nuestra economía y el desempleo que ya enfrentábamos (que según los especialistas derivó del manejo laxo de la economía norteamericana, que inició con un boom ficticio en el sector inmobiliario) cuando ya se nos habla de una nueva crisis, de proporciones mayores a la anterior, porque afectaría valores democráticos y esquemas estructurales de la hasta ahora exitosa Unión Europea.
¿Qué ocurrió en la Unión Europea? Que la falta de ahorro y capitalización, desembocó en desempleo y crecimiento a la baja, situación que desde hace tiempo hacía prever una crisis continental, como lo vaticinaban algunos como el ex primer ministro de Inglaterra, Gordon Brown.
Paralelamente, algunos países de la Unión Europea siguen sin resolver los problemas que surgieron en 2008, atribuibles a niveles de gasto interno más allá de su capacidad; y de déficits gubernamentales, que les han generado enormes deudas que si llegaran a estallar, por impagables, podrían generar gravísimos obstáculos a la integración europea.
Estos países son, en primera instancia: Grecia, Irlanda y Portugal; tres economías que entraron en serios problemas y que han requerido apoyo para complementar sus medidas propias de ajuste económico. Aunque chicos, el primer rescate de la economía griega, por insuficiente, sólo permitió ganar tiempo, por lo que sin duda se repetirá; lo mismo podría ocurrir con Irlanda y Portugal
Y detrás de esos viene España, país más grande, que ya se ha visto urgido de tomar medidas difíciles, de gran profundidad, para tratar de solventar su emergencia, medidas dolorosas para los españoles que han provocado un voto reprobatorio al gobierno de Rodríguez Zapatero en las recientes elecciones autonómicas.
Finalmente, está la situación de Italia, cuya economía constituye el equilibrio entre las dos o tres economías más poderosas y el resto, que han tenido que ser apoyadas, subvencionadas, conducidas y protegidas para que lograran crecer y fortalecerse. La crisis en Italia, podría ser especialmente delicada, por la grave situación económica que se suma al conflicto político que ahí se gesta.
Estamos ante el riesgo de que varias naciones de Europa se "latinoamericanicen" y de que al imperio del dólar le ocurra lo que le pasó al imperio británico después de la Primera Guerra. Estos acontecimientos tendrían profundas repercusiones en el mundo, especialmente en estos momentos de la evolución económica y política del mundo, cuando China e India irrumpen con fuerza en la escena del poder mundial, acompañados de Rusia y Brasil, anteriormente en vías de desarrollo.
Si España e Italia corrieran destinos similares, el impacto económico y sus repercusiones sociales y políticas podrían tornarse catastróficas, evidenciando que el Estado de Bienestar se encuentra en crisis tras largos periodos de paz, crecimiento y vigencia de valores democráticos y respeto a los derechos humanos.
Si a esto agregamos que Estados Unidos aún no termina de resolver su crisis, en el financiamiento de su déficit fiscal, y con serios problemas estructurales de empleo y de concentración del ingreso para los cuales no hay solución a la vista, el riesgo de una crisis de ajuste mundial, en efecto, puede estar a la vuelta de la esquina.
Lo que está ocurriendo en Europa y Estados Unidos no es bueno para México debido a nuestra dependencia económica con el vecino del Norte, y si a esto le agregamos que el próximo año será de elecciones federales, la estrechez económica no ayudará a generar expectativas esperanzadoras en lo económico por parte de ninguno de los candidatos.
Esta crisis, sin embargo, podría ser vista por tecnócratas y políticos como una oportunidad para analizar y replantearse la estrategia económica del país y el modelo institucional que nos permita tomar las decisiones adecuadas para reencauzar el rumbo; asumir con realismo lo que venga, y consensuar propuestas sobre la forma mas conveniente de enfrentar la crisis.
Si las autoridades financieras intentan repetir el discurso de 2008 de llamar a la crisis económica mundial un simple catarrito para México, entonces sí estaremos hundidos. Si no cambiamos de actitud, no esperemos resultados distintos.
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